El otro máster
(Artículo publicado el jueves, 20 de setiembre, en diarios del grupo EPI PRESS)
Hablar de máster
hoy en España es nombrar la bicha. Pablo
Casado lo sabe bien, y los juzgados también. El gran petimetre Albert Rivera, pijo de forma y fondo,
quita y pone máster, tesis, doctorados, aprobados, suspensos, deseos, y sueños
varios, incluso los húmedos, en su currículo, según convenga. Y los cocineritos
de Masterchef celebrity van y se
desmayan en La 1. Qué espectáculo, qué vergüenza, decía después del trance una
derrengada, obnubilada, noqueada, desasistida, desnortada y humeante pija de
libro Carmen Lomana, señora que no,
no debería de estar en el concurso de la pública. ¿Qué hace Carmen Lomana,
quién es Carmen Lomana, por qué Carmen Lomana? No felices con eso, no lo
suficiente, este MasterChef de las celebridades
está dando tanto juego frente a las vitrocerámicas como fuera de ellas.
¿Vieron llorar o
lo que quiera que haga ese tipo, Mario
Vaquerizo? Dicen que se le vino el control abajo y se aflojó recordando a David Delfín. Qué espectáculo, qué gran
vergüenza. ¿Y eso? Un señor como él no debería dar otra imagen que no fuera la
del tonto del pueblo con pluma desmadrada, con rabos negros en los ojos más
antiguos que los de Cleopatra, no debería salirse de las payasadas de vieja
loca ignorante porque él sabe las reglas del espectáculo. Claro que pensándolo
bien, lagrimear un poco y hacer pucheritos de folclórica trasnochada también
tiene su aquél en la pantalla. Que no, en serio, que por una vez, visto lo
visto, he visto a un Mario hablar de verdad, sin la careta del personaje. Allí
se emocionó hasta la presentadora, hasta la chispeante María
Castro. ¿Hablamos de recetas y
cocina? Bueno, de eso, ya si eso, hablamos otro día.
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