miércoles, 2 de agosto de 2017

Maldeojos. El salvador



El salvador
(Artículo publicado el domingo, 30 de julio, en diarios de EPI PRESS)

     Si no está él, nada funciona. Si él no se pone al frente, la nave naufraga. Ni él no vuelve de su retiro, el periodismo enferma, entra en colapso, se queda catatónico perdido, y el mundo sufre las consecuencias de su irresponsabilidad. Y por eso, llegado el momento, en los momentos difíciles, en los de verdad importantes, él, ÉL, deja sus quehaceres de mortal etcétera, abandona sus vacaciones, coge la bandera de la información, se planta su mono de trabajo, su camisa y chaqueta negras, se da unos retoques de maquillaje, se planta así, apoyando los brazos en la mesa, abiertos, como quien reta al de enfrente en un gesto de vaquero de saloon, y comienza el espectáculo de un ego desatado que ni él mismo controla. Hasta hace dos horas era Cristina Pardo la que sustituía al jefe en Al rojo vivo, y juro y perjuro, y prometo y soy capaz hasta de cantar el Despacito ese que tanto me exaspera, que Cristina lo hace requetebién.

     Pero la actualidad política, y la corrupción galopante, estructural, endémica, del PP, llevó el miércoles de esta semana al banquillo de la Audiencia Nacional a Mariano Rajoy, el mismísimo presidente del Gobierno y de su partido, como testigo en el caso Gürtel, esa trama delictiva que salpica a unos ciudadanos atónitos, y digo bien, digo que salpica a los ciudadanos porque a los encartados se la suda, eso sí, ayudados por gente como Ángel Hurtado, el presidente del tribunal, que hizo el papelón de su vida parando en seco algunas preguntas al testigo. Ante actualidad tan rutilante Él no podía quedarse en la sombra. Y volvió. Volvió unas horas en nombre del periodismo. Antonio García Ferreras no se fía de nadie que no sea él mismo.

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