lunes, 17 de abril de 2017

Maldedojos. Soy el centro del mundo



Soy el centro del mundo
(Artículo publicado el domingo, 9 de abril, en diarios de EPI PRESS)

     Yo soy así, lo voy a dar todo, no cambies nunca. Cuántas veces hemos escuchado estas sonajas en la tele, ese altavoz que acumula simplezas que se repiten hasta hacerse así de grandes y hermosas, así de nocivas. Telecinco, viendo que el huevo de oro de Got talent se le cascaba, y a pesar de que ha hecho de ese concurso una barraca de monstruos que hasta pueden alzarse con el premio –véase un tipo llamado El Tekila, que se alzó con el premio para asombro de concursantes serios y para disgusto del jurado Risto Mejide, que se largó un poquito por no querer formar parte de “esta payasada”-, pues eso, que al ver que el concurso de payasadas culminó entronizando a un pobre diablo se ha sacado de la ingle ediciones infantiles. Ha nacido de los carbones olvidados de la historia Got talent junior, tirando de pruebas de selección de otras ediciones y montando el circo a toda prisa para que Eva Hache pueda seguir poniendo esas caras que pone con los ojos muy abiertos como si de verdad lo visto en el escenario la elevara a otra dimensión. En esa olla de cocción comercial, de consumo rápido, se meten unos cuantos chiquillos, se les jalea un poquito con la ayuda inestimable de papá y mamá, colaboradores necesarios y a los que la justicia algún día les meterá mano, y hala, a pelear por la vida, que la cosa está muy malita, a hacerles ver que son el centro del mundo, que no cambien, que lo den todo, que se den por ganadores aunque hayan perdido, que el premio es estar ahí, que no pasa nada si no ganan, que pueden intentarlo una y otra vez, que tengan en cuenta lo que les dice una autoridad en esto del arte como es Jorge Javier Vázquez, que tal vez algún día, como él mismo, podrán pastorear en un plató a un ganado que explota lo peor de la condición humana. Además, si el violín o el piano, o la canción o la danza, o los juegos en el alambre no funcionan y no te hacen triunfar en unos meses, nada, no te desesperes, mira a ver si te pillan para Mujeres y hombres, te depilas, te pones el peinado así, como ellos, o hablas así, como ellas, con la boca llena de carmesí, pero de carmesí hasta las amígdalas, y no mires atrás, créete lo que eres, el que mejor folla aunque no seas el que mejor preparado esté, di que tú eres así y que nadie te cambiará. Sé útil, forma parte del engranaje que alguien, rascándose los huevos, ha diseñado para que tú te lo creas, para que la rueda de su negocio no deje de sonar, gilipollas.

Volver a Bambi
     Hasta hace unos meses el PP se creía, y así actuaba, que el mundo era su factoría. Desde que ganó las elecciones en 2011, y a pesar de que Mariano Rajoy, sí, bueno, ya, mire usté, decía que actuarían sin partidismos y pensando en el común, en todos y cada uno de los españoles, lo primerito que hizo fue, como en los regímenes más oscuros, hacerse con el control de los medios públicos. Y cambió la forma de elegir al presidente de RTVE que tantos y tan buenos resultados dio con el maldito Zapatero, culpable aún de todos los males que asolan el país –sólo hay que leer a algunos nostálgicos opinantes para ver lo malvado que fue Bambi-. José Luis puso en marcha una forma de elección, la de contar con dos tercios del Congreso para nombrar por más que consenso al jefe de la radio y la tele pública para evitar que, aunque se tuviera mayoría absoluta, el partido gobernante creyera que el mundo era él. El maldito presidente consiguió que bajo sus legislaturas TVE diera un salto olímpico y se pusiera a la cabeza de las televisiones del mundo, por su calidad y por su independencia reconocidas. Los cabreos de Mariloli Cospedal, que por entonces no era la Generala, eran un paripé, una teatralización, eran la asunción de un personaje para dar por culo. Farfolla, humo, ruido. ¿Qué hizo Rajoy en cuanto pisó la alfombra monclovita? Cambiar el sistema de elección, bastando con que la mayoría del Congreso eligiera al capo de RTVE. Es decir, bastaba con que el Gobierno dijera mis santos cojones, mis henchidos ovarios, mandan aquí. Y hasta hoy. Es decir, hasta la ruina total. De credibilidad, de hazmerreír, de manipulación, de servilismo al gobernante y al partido que lo sustenta. Una mierda. Pero las tornas en las urnas cambiaron. Y el PP no tiene mayoría. Resumo. Que los partidos de la oposición han dicho, por fin, y a iniciativa del PSOE, hasta aquí hemos llegado, hay que cambiar la ley y volver a la de antes. Se han sumado todos, incluyendo el PP. Escuchar las razones que ha dado el cómico del PP Rafael Hernando para sumarse a la mayoría es para cortarse las venas en la plaza mayor. O ponerse el traje de gitana y montarse en globo. Lo que ha hecho el PP, para entendernos, es ponerse una bomba de gas de la risa en el culo para volar su propia ley. Da igual. Que se cambie.

Qué canguelo
     De haberlo hecho ya, no hubiéramos tenido que asistir a otra nueva afrenta informativa del Telediario de La 1 contra los ciudadanos a cuenta de la dimisión de José Antonio Sánchez, el presidente huertano, historia que se dio protegiendo al PP para no hacerle mucho daño. Creyéndose el mesías, el de Murcia salió a la plaza pública diciendo que se iba para salvar a los murcianos. El esturreo de risa fue general. Martínez Maíllo, el heraldo de Rajoy con la misión expresa de quitarlo de en medio, le echó la mano por encima y le dijo, hala, prenda, tú sí que vales, eres el más guay, no cambies nunca, sé tú mismo, apúntate a Got talent, pero deja paso al siguiente. Y casualidades de la parrilla, el siguiente que también tiene aire de mesías, de salva patrias con un ego que no cabe en la pantalla, es José María Aznar, que irrumpió en la casona de Norberto Juan Ortiz Osborne con unas botellitas de aceite de oliva, “por supuesto español”, advirtió con la sonrisa ladeada como sólo él sabe ponerla, a lo que el anfitrión, enfatizando la gracia, contestó, “por supuesto, por supuesto, aquí todo lo que hay es español”. ¿Vieron el encuentro de estrellas? No llegué ni a la foto de las Azores. Si cuando está serio me da miedo, cuando sonríe me da un canguelo insuperable. Por cierto, la peor audiencia de Mi casa es la tuya. Está claro que este tipo ya no es el centro del mundo.

La guinda
Gánster
Hasta pronto, gánster, dijo ahuecando la voz como un actor de serie b, Gabriel Rufián, diputado de ERC en la comisión de investigación al ex ministro Jorge Fernández, acusado de conspirar contra otros políticos. Hasta pronto, gánster, nos vemos en el infierno, le dijo al exjefe antifraude de Cataluña sabiendo que las cámaras se lo rifarían. Pero el vanidoso, en su afán de epatar, al convertirse en foco, desenfocó el verdadero.

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