Todo sexo
(Artículo publicado el jueves, 13 de febrero, en diarios de EPI PRESS)
Si
huele a sexo, tarde o temprano será objeto de interés de Samanta Villar, esté donde esté y sea lo que sea. A esta dama del
periodismo seminal no se le escapa una. No se le escapa un prostíbulo con la
excusa de hablar del viaje de las chicas del este a un país que las usa como
mercancía en manos de las mafias. No se le escapa un actor porno que triunfa en
Hollywood con unos dientes tan blancos como los perros del anuncio de pasta
dentífrica para perros y un rabo tan dispuesto como la fatuidad de los gañanes
de Emma García y sus tronistas, sus
hormonados, y sus señoritas de compañía, esas que aspiran a ser portada de
Interviú como sinónimo de triunfo. No se le escapa un quirófano donde no sólo
huela a hemorragia controlada sino a pito que sueña con ser chichi. Esta mujer
está en todo.
Se
le llena la boca, mirándonos, diciendo que “la intersexualidad tiene múltiples
formas”, enfatizando una entradilla que la propia señora suelta mirando a una
cámara manejada por ella misma a modo de selfie a lo bestia, para continuar con
el no va más, “bebés con genitales confusos, que a simple vista no se sabe si
son chicos o chicas, mujeres que portan cromosomas de hombre, hombres a los que
han criado como niñas”. Toma y toma. Un filón para Conexión Samanta, por supuesto en Cuatro. ¿Dónde si no? La putada
es que en el caso de la entrega dedicada a la intersexualidad el asunto es muy
serio, interesante, poco tratado, pero Samanta Villar y el equipo del programa
lo tratan de una forma tan chusca, tan relamida, amanerada y amarilla que resta
credibilidad. Ay, esa cámara de la reportera enchufándose a sí misma todo el
rato.
No creáis que me he tenido que calentar mucho el coco para dar con esta imagen de la reportera. Lo dicho, si huele a sexo, allí está la señora. En primera fila. Dispuesta a contarnos todos los detalles. ¿Periodismo amarillo, sensacionalista, morboso? Por favor, cómo se me ocurre. |
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