miércoles, 18 de junio de 2014

Maldeojos. Paco, en la tele



Paco, en la tele
(Artículo publicado el martes, 17 de junio, en diarios de EPI PRESS)

      Es la primera vez que un papa concede una entrevista, eso de ponerte frente a un periodista y, sin mucha cocina, responder a lo que se le pregunta, a una televisión española. El papa Francisco lo ha hecho en Cuatro, aunque más que a Cuatro se la dio a Henrique Cymerman. Verán. Antes, la mayoría de periodistas, al preguntarles por su personaje favorito para hacerle una entrevista, respondían que el papa, es decir, algo inalcanzable, un tipo que se comunica urbi et orbe desde lo alto del balcón pero que nadie ose hurgar entre sus sayones, que el papa no desciende tan bajo como para dar cuenta de asuntos terrenales, que son los que interesan a los pecadores. La entrevista al papa era como la entrevista soñada al rey, hasta que llegó Jesús Hermida y la cagó.

       Detrás de la entrevista que Cuatro emitió el domingo hay mucho tomate.  Cymerman es judío, corresponsal de algunos medios españoles, y gracias a él el jefe católico viajó hace poco a Tierra Santa y luego, en el Vaticano, abrazó a Simon Peres y a Mahmud Abas. Alta política. Creo que la entrevista papal es el pago al buen hacer del periodista. Lo que me extraña es que no se haya emitido en Antena 3, donde Cymerman era -¿aún es?- corresponsal en Oriente Medio. Ya digo, alta política. ¿Fue la entrevista al papa la entrevista que uno imaginaba que podría hacerse a un papa? Ni de lejos. Cymerman fue al argentino lo que Hermida al rey. Sólo le faltó decir, en vez de papa Francisco, papa Francisco, papa Francisco, para iniciar la pregunta, majestad, majestad, y doblar la cabeza. El papa no tuvo la culpa. Respondió a lo preguntado. 
 
Este el arranque de la entrevista -lo he tomado de la emisión en una televisión italiana- que le hizo Henrique Cymerman al papa Francisco. Desde el punto de vista televisivo fue una chapuza, una realización plana, obstusa, simplona, sin medios, como de aquí te pillo aquí te pregunto. Y desde el punto de vista periodístico, superable, muy superable. Al periodista sólo le faltó cabecear como hizo Jesús Hermida ante el rey Juan Carlos y decirle, en vez de papa Francisco, papa Francisco, papa Francisco, cada vez que le hacía una nueva pregunta, su majestad, su majestad. O, ya puesto a babear, preguntarle si quería que le bajara la bragueta o algo...

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