lunes, 3 de febrero de 2014

Maldeojos. A vueltas con el sexo



A vueltas con el sexo
 (Artículo publicado el domingo, 2 de febrero, en diarios de Editorial Prensa Ibérica?)


      Con el sexo, vuelta y vuelta. El sexo como disfrute es lo peor de lo peor, lo más malo que hay, la condena segura, el tú qué te crees, el sexo es el camino de perdición, o sea, de lo que hay que huir, apartar, esconder, preservar de los ojos de los infantes –las infantas, como sabemos, son otra cosa, y casi siempre se buscan a unos maromos que tienen el culo tan respingón como diestras sus manos para meterlas donde no deben-. En televisión vemos de todo. Vemos hasta hijos de puta dando lecciones de honradez y entereza cívica. Y con descaro. Y en horario de máxima audiencia. Y en horario no protegido. Es decir, como lo más normal, como algo aceptado. Pero que nadie saque la lengua, se la pase por el labio, mire de frente clavando los ojos en semejante bajo, y haga un gesto de deseo porque enseguida se encienden todas las luces, se ordena salir pitando de la sala, se tapa el proyector con la mano, y el censor se crece hasta invadir tu último rincón de privacidad para decirte que eso, justo eso, es dañino para ti y para los niños. Me sigue llamando la atención la manía que tienen con las cosas del sexo pero la mano ancha con la agresividad, la violencia, la hipocresía, con el engaño, el cinismo, el robo. Este desahogo viene a cuento de la última historia de una “alarma social” por unas imágenes consideradas por el organismo regulador luso como inapropiadas para el horario de emisión ya que, “pueden influir de manera negativa en la personalidad de los niños y adolescentes”. Se refiere ese quisquilloso organismo a un momento emitido de La casa de los secretos de la cadena portuguesa TVI –Televisión Independiente- y a eso de las 11´30 de la noche. El organismo no ha multado sino avisado a la cadena de un comportamiento tan, tan deleznable por no poner en la pantalla una señal de advertencia de que lo que se está viendo es inadecuado para los niños en formación.  

 
Debajo de esas mantas, ay, que no, quita de ahí esa imagen, que si la ven los niños y adolescentes se malforman -¿la cabeza, la espalda, el pito, las manos?-dice un organismo portyugués que vela y vela y vela por nuestra salud moral -es decir, la suya-. Sin embargo, cuando sale un sinvergüenza, un ladrón, un corrupto, un evasor fiscal, un político que defiende al banquero pero no al ciudadano, ni mú, calladito el organismo. A mí me da igual lo que hagan debajo de las sábanas. El problema no es que mis hijos vean eso. El problema, y gordo, es que vean ese tipo de programas. Que sepan quién es cada uno de los chicos de Mercedes Milá pero no quién es, yo qué sé, Caravagio.


Cambiemos las tornas                                                                   

En La casa de los secretos los concursantes se encierran en una casa, como la de La Merche en Guadalix de la Sierra, con una misión, tratar de que nadie sepa el secreto que guardas y averiguar el de los demás. Entre pitos y flautas, a restregarse debajo de los edredones. Eso es lo que alarmó al organismo que persigue orgasmos. Por las fotos que he visto, la selección de concursantes vale para un castizo Mujeres y hombres y otros anabolizantes y para público de Hay una cosa que te quiero decir, siempre que no contaran con Jorge Javier, que bastante tiene el señor con lo que tiene. Lo curioso de estas reacciones es que, y suelen coincidir, la misma gente, los mismos organismos que se ponen rojos ante este tipo de imágenes, se niegan, porque también se escandalizan, si en la escuela se habla de sexualidad, si en los institutos de instruye sobre ella. Aburren. Pero siguen dando la lata. Yo no dejaría a mi hijo ver imágenes de dos cuerpos dándole al bisturí en programas como La casa de los secretos, Gran Hermano, o el de Mujeres y hombres y escritores varios –que sí, que Rafa Mora, poligonero salido de las mamas de Emma García, ha escrito no uno sino dos libros- no por la jodienda, ni por la mala influencia, que no es, de ver a alguien retozando, hecho que me parece maravilloso, sino porque me preguntaría qué hice mal para que mi hijo disfrutara viendo programas como esos. Así que cambiemos las tornas. Lo que hay que pedir a esos organismos que, vaya, me temo que lo que quieren regular es un tipo de moral, es que se pongan el mono de faena y nos tomen no por cretinos sino por exigentes. ¿Qué tal si amonestan a las cadenas por no avisar de que aparecerá Cristóbal Ricardo Montoro engañándonos otra vez y que ese tipo de personas es, a todas luces, una malísima influencia para niños y adolescentes porque los grandes, usted, yo, podemos deducir al tercer engaño que habla un tipo con aspecto de cómico desastrado pero desvergonzado y sin escrúpulos?  

 
Este pájaro tendría que ser ser anunciado con pitidos de alarma cada vez que sale en la pantalla, pero ningún organismo de control de contenidos avisa de su maléfica influencia en la formación de niños y adolescentes.




Retírense de ahí
¿Por qué ninguna tele avisa, con señales de peligro, de la aparición de Mariloli Cospedal para que los críos, tan vulnerables, y los adolescentes, tan pajilleros, tengan tiempo de huir y protegerse de su nociva influencia, en general, diga lo que diga, haga lo que haga? ¿Por qué ninguna cadena advierte en una esquina de la tele del estropicio  –por súbita subida de la tensión arterial, con lo malo que es eso para el mariconeo, por alteraciones de esfínteres, por accesos de licantropía repentina- que supone la aparición de Carlos Floriano diciendo que “se ha conseguido la recuperación –ni diciéndolo todo el rato se lo creen- gracias al esfuerzo de todos, pero en especial de los que más tienen, y sin tocar la sanidad, la educación, garantizando los servicios públicos y el sistema de pensiones”? ¿Por qué no se advierte de que un alto cargo del PP va a salir a provocar a millones de personas que si aún pueden pagar la luz y encender la tele tal vez no puedan calentarse o comer pescado? ¿Hay que aguantar esto sin que le tele emita un pitido para que entiendas que lo dicho puede afectar de forma negativa en el desarrollo de la honradez y la decencia? ¿Por qué los organismos que regulan los contenidos televisivos no amonestan a las cadenas por no avisar de que aparecerá Juan Antonio Reig Pla, obispo de profesión, con sueldo de nuestro bolsillo, fomentando el odio, la exclusión, y la intolerancia? ¿Por qué ninguna tele avisa de que está a punto de salir Fernando Sebastián, el nuevo cardenal, con la matraca de que “la homosexualidad es una deficiencia que se puede normalizar con tratamiento”? ¿Por qué ningún organismo regulador dice que se recuerde, como se obliga a recordar el 016 cuando se habla de maltrato doméstico, que estos agitadores, estos anti sistema pueden influir de manera perniciosa en la formación de niños y adolescentes? ¿Por qué no avisan antes de que salga el banquero Miguel Blesa, ejemplar poco ejemplar? ¿Qué es más nociva, la imagen de quien se entrega a la jodienda, o la de quien representa a lo peor de la condición humana? Por favor, retírense de una puta vez de nuestros sexos.

 
Oh, qué ternura de hombre. Fijémonos en su santidad, con esas manos juntas, con sus puñetas de encaje, con su gorra roja, en fin, con sus jaiques de trabajo en su casa de trabajo. Pero Juan Antonio Reig Pla, que vive de nuestro dinero y ningún Gobierno tiene cojones de cortarles el pienso porque cada empresa se paga sus sueldos, sus promociones y sus delirios menos la empresa católica, quiere bronca, habla con odio, quiere tumbar las leyes para adaptarlas a lo que ellos llaman pecado... Y Gallardón y los suyos están en ello. MALDITOS; retiaos de nuestras pollas, de nuestros coños.Y rezad cuanto queráis, pero sin molestar a nadie. Tampoco existe ningún organismo que vele por la limpieza de la pantalla de influencias tan nocivas como la de estos señores, con lo malísimo que es eso para el desarrollo de la infancia y la juventud.



La guinda
Chicote
El regreso esta semana a La Sexta de Alberto Chicote con su programa para enderezar negocios parece que viene con novedades. Pesadilla en la cocina va a ser más pesadilla que cocina. Por lo visto, si los cocineros o dueños de restaurante son como el histérico Antonio, que calma sus nervios destrozando lo que pilla, las camisas de Chicote serán lo más normalito. Voces, amenazas, sudores, y mierda, mucha grasa. Una pesadilla

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