jueves, 7 de junio de 2018

Maldeojos. Sin crucifijo


Sin crucifijo
(Artículo publicado el martes, 5 de junio, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Han tenido que pasar seis presidentes democráticos ante el jefe del estado para ver que en el juego de las diferencias algo nuevo ocurría en la recoleta mesita, vestida con telas acolchadas de un lujo señorial y sobre la que los nuevos presidentes decían de manera solemne que acatarían la Constitución. Ya sé que es una nimiedad, ¿lo es?, el hecho de que Pedro Sánchez, flamante presidente del Gobierno, acatase la Carta Magna ante lo que debe de acatarse, la Carta Magna. Tiene redaños que esa nimiedad, ¿lo es? sea tan llamativa que pasará a la historia como la primera vez que ocurre. Claro que hablo de los símbolos religiosos, ni crucifijo ni Biblia, de los que por expreso deseo del nuevo gobernante, desaparecieron en su toma de posesión en esa escena a la que estamos tan acostumbrados. Pedro Sánchez posó su mano sobre la Constitución. Ni la Biblia ni el crucifijo pintan, nunca han pintado nada, en ese momento de alto compromiso civil.

     Ni siquiera siendo creyentes los que toman posesión. La religión, la fe, la creencia, los símbolos externos, y mucho menos la manita sobre el libro sagrado de los católicos, ha de presidir un acto tan importante, tan solemne, y tan de vital importancia que afecta a los ciudadanos, a todos los ciudadanos de un estado, mil veces hay que recordar lo obvio, aconfesional. Me ha gustado el gesto, el primer gesto. Y no, no es una nimiedad. Cuando vi la sala de audiencias con los gerifaltes del estado marciales y atentos a la escena, y vi que en la pantalla, en el juego de las diferencias, faltaba el crucifijo y faltaba la Biblia empezó a caerme bien un Pedro Sánchez que, de golpe, dejó de ser un chichinabo para ser alguien con criterio. Mañana le echaré los perros, pero hoy…

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