lunes, 4 de junio de 2018

Maldeojos. A porfía, Campeones


A porfía, Campeones
(Artículo publicado el martes, 29 de mayo, en diarios del grupo EPI PRESS)
     Cuando chiquillo, tiempo de monaguillos en acción, cantábamos muy arrobados, sin pensar que aquello podría ser un aprendizaje para dar el salto a Factor X, con flores a María, con flores a porfía. A porfía. ¿Quién sabía lo que significaba aquello? Se cantaba y punto. El mes de mayo era, es, el mes de las flores, el mes de María. Hoy María es mi prima, la vecina, la presentadora de Las mañanas de La 1. Y la virgen en sus múltiples variaciones nominativas, por ejemplo la Almudena, la de Madrid. El domingo, como si me dieran un ostión en el cogote, posé el mando un ratillo en La Sexta y vi que Cristina Pardo sigue sin liarla, ni Pardo ni claro, pero en un cuadrito abierto en la pantalla vi que un tipo, Florentino Fernández, y unos atildados jóvenes, jugadores del Real Madrid, uno y otros con pinta de creyentes católicos como yo de figura del toreo, daban gracias en su catedral a la virgen madrileña por haber ganado otra Liga de Campeones.
     De hecho, la copa de Kiev fue ofrecida, a porfía, a la Almudena. Más tarde, siguiendo un estricto protocolo de ofrendas, saludos, sonrisas, agradecimientos y viva la vida, los obreros del balón, con los jefes, con los ideólogos, con sus entrenadores, se apiñaron ante el altar revueltos con un puñado de altos clérigos –sotana negra y fajines morados rodeando sus beatíficas lorzas- para hacerse la foto de familia. Aluciné, y eso que la religión católica –como las otras- es como el comodín de la llamada, sirve para todo. Incluso para en su nombre armar guerras, ejecuciones,  negocios, condenas, mover gobiernos, o adaptar arquitecturas legislativas a su corpus moral. Religión y fútbol es tan marciano como ejército y religión. Con balones a María, con balones a porfía.


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