martes, 4 de noviembre de 2014

Maldeojos. Mangos, bacalaos, y chorizos



Mangos, bacalaos, y chorizos
(Artículo publicado el domingo, 2 de noviembrem en diarios de EPI PRESS)

      Nos invaden, nos comen por patas. Nunca mejor dicho. En todas las cadenas hay uno, dos, tres, o una decena de cocineros de cabecera. Unos como referentes de la cocina de toda la vida, otros como asilvestrados representantes de la cocina del bocazas. Hace unas semanas entró en las casas el cocinero David de Jorge como jamás hay que entrar en la cacharrería del dicho, llevándoselo todo por delante, porque pasa lo que tiene que pasar, que al principio hacen gracia sus maneras toscas, rudas, gruesas de palabrero sin frenos, pero luego empacha más que sus guarradas con beicon, mayonesa, y tomate frito al chorrete, palabra que adora el vasco que habla de chorrete de vino, de chorrete de aceite, de chorrete de, vale, vale, que ya mismo, sin darte cuenta, hablas de chorrete de mierda, bribón, que a veces le das a uno la comida, y tú estás en Telecinco para dar recetas, no la indigestión. El de David de Jorge es un programa de cocina heterodoxo, tan heterodoxo que a veces tira para atrás, me dice gente que ha intentado seguirlo como se sigue a una vaca sagrada pero al final desistió como se desiste de que en Estela, la concursante de Adán y Eva, pueda entrar algo que no sea el boquerón de Luis, el Adán pelirrojo que está orgulloso de su miembro. Iré por partes. Una cosa es lo de Robin Food, atracón a mano armada, y otro tipo de comidas es lo de Adán y Eva. David de Jorge te invita a veces a comerte el mango, literal, dejando que el chorrete te caiga por los labios, aunque esto suena fatal, se dice el mismo cocinero mientras se la pela al mango, que también suena regular. Los de Adán y Eva se van comiendo unos a otros lo que pueden, es decir, lo que tienen, es decir, lo único que enseñan, que por eso van en pelotas. Debajo de sus carnes no habita ni el olvido.
Estos ejemplares forman parte de la fauna de Adán y Eva, programa con el sello inconfundible de Cuatro, es decir, de Telecinco, es decir, televisión basura, televisión ignorante y analfabeta destinada a un público ¿similar?. Cuando a estos gatos les has visto el rabo, qué pueden ofrecer más. Eso es. Nada. Como no pueden enseñar otra cosa, enseñan lo que tienen, lo único que tienen. El resto es pura majadería.


25 euros al mes
Pero que no cunda el desánimo. Hay otros jóvenes que no nos sacan siempre los colores porque tal vez le hicieron caso a sus madres cuando les dijeron, hijo, no seas tarugo, hazte un módulo de cocina y te quitas de cani, que salir con la gorra ladeada en la guarrería de Mercedes Milá es pan para hoy y hambre para mañana. Verán, en Reino Unido, y en la BBC One, acaba de arrasar un concurso de cocina, pero no como aquí arrasa nuestro Masterchef de La 1 o nuestro Top Chef de Antena 3. Allí ha sido un concurso de cocineros, pero de postres. A la final llegó un hijo de emigrantes españoles, Luis Troyano, que hizo un roscón de reyes, pero no uno cualquiera sino de pimientos y aceitunas. Yo no sé si me comería un roscón así, pero tampoco digo un no rotundo, que uno no sabe sus límites. Vean a la ex concejala Olvido Hormigos, la que consiguió la fama con su chichi, que no puede probar el alcohol porque en cuanto se le encharca el hígado se deja que le coman el bacalao en plena calle, y luego, claro, tiene que hacerse un De Luxe para llorar sus ardores y pedir ayuda donde hay que pedirla, en un plató. Es lo que uno hubiera esperado del sociólogo Amando de Miguel, el escribidor de más de 150 libros y miles de fajos de artículos y miles de entrevistas en la radio. Lo que se dice el sociólogo de cabecera de este país, el de toda la vida. Tanta que le ha dado tiempo a todo. A ser de muy izquierdas, a viajar hasta ser de muy derechas, a hacerse rico y, para que no falte la guinda, a hacerse tan pobre que, según hemos sabido, su nevera está tiritando, y no es una licencia literaria, como supongo saben. Sólo puede gastarse al mes 25 euros en comida. Eso sí, tiene una mansión de dos millones de jureles. Yo que él llamaría a Ada Colau, la revolucionaria, la antisistema, la energúmena, la activista de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca a la que seguro el sociólogo habrá zurrado con su verbo más de una vez, y le pediría ayuda para que le pararan su desahucio. Y para comer, que es de lo que hablamos aquí hoy, que se vaya a la puerta donde graba Alberto Chicote, que algo pillará. 

Este señor es Amando de Miguel, el sociólogo de cabecera de este país, aquel tipo al que se llamaba para que lo explicara todo, el tipo que daba conferencias por toda España, el que no salía de la radio y de la tele... el que viajó de la izquierda más vibrante a la derecha más zoquete, el que arengaba contra los perrofalutas, los del 15M, el que viajó de la riqueza -chalé de dos millones de euros- a la pobreza -no puede pagar su casa por haber vivido por encima de sus posibilidades, y no puede cargar la nevera-. Ah, gran fallo. Esas cosas se cuentan en televisión, Miguelillo.


Televisión rápida
Los de Top Chef repiten cada semana que los víveres no usados en el programa se llevan a un banco de alimentos. Harían falta muchos programas para que sus alimentos sobrantes pudieran abastecer la nevera de Amando de Miguel y la de los pobres muy pobres en España. Ya veo a Mariano Rajoy retorcer el morro, y la jeta, como diciendo que eso es demagógico porque si algún país está soltando chispas de alegría por haber salido de la crisis ese es el nuestro. Pero los datos de Unicef en España son tozudos. Casi cuatro millones de niños viven bajo el umbral de la pobreza, es decir, España sí corre hacia los primeros puestos, pero por haber aumentado el número de niños en situación de pobreza dentro de la OCDE. Esta semana también hemos sabido gracias a Intermón Oxfam que aquí las 20 personas más ricas poseen tanto como tienen los 14 millones de los más pobres juntos. Y también, para que la provocación no tenga apenas matices, nos enteramos por la Operación Púnica que Francisco Granados, el intachable número dos del PP de Madrid con Esperanza Aguirre, el que daba lecciones de moral en las tertulias y se empavonaba hablando de transparencia, era el supuesto cabecilla de una red corrupta que trincaba dinero como el que se atiborra de pasteles de engorde. Hace unas semanas Jorge Javier Vázquez le decía a Risto Mejide en su sofá que él no hacía televisión basura sino, como algunas guarrerías de las que le gustan a David de Jorge en comida, fast tv, es decir, televisión rápida. Cuando los ricos llevan sus fortunas a niveles de tanta desigualdad, cuando la riqueza es tan obscena como la pobreza, y los políticos están al servicio o de sí mismos o de esas fortunas desmesuradas amasadas con leyes que los amparan, al resto solo nos queda, tras la estupefacción, el asco, y la desesperanza, comérnoslos a todos como se comen los chorizos, con gula, aunque nos dé indigestión, como da la comida rápida, como todo lo que es basura. 


Pero qué salero tiene el condenao, con su pose de caballero respetable, pensativo, con su gomina recién echada lustrando el suave rizo de sus cabellos, con esa mirada de tiburón seguro de sus actos, ay, lo recuerdo en algunas tertulias hablando con la boca llena de moral, de integridad, de que quien lo haga mal que lo pague, en fin, esas tontunas que dice esta chusma creyendo que de verdad son inmunes porque los demás somos gilipollas... A por ellos, coño, que los chorizos caen en la cazuela y apenas necesitan vuelta y vuelta para llevárnoslos al coleto.

La guinda
TVE insensible
Cuando termina una película, las televisiones no se andan con tonterías. Nunca dejan que veamos los créditos. Ya, pero eso pasa sólo en las privadas, dirá alguien que no ve mucho TVE. La pública, que tendría que dar ejemplo de sensibilidad, los corta sin piedad “porque los espectadores pueden ver esa información en internet”, dijo Gemma Sánchez, directora de programación de TVE, en RTVE responde. Y tan feliz.


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