miércoles, 5 de noviembre de 2014

Maldeojos. Tapas y barras

Tapas y barras
(Artículo publicado el martes, 4 de noviembre, en diarios de EPI PRESS)

      Telecinco a veces pone en marcha programas que no parecen de Telecinco, y la mayoría de las veces que pone en marcha estas ocurrencias, zas, en todo el share.El penúltimo intento, sin contar el batacazo confirmado en la segunda entrega de Un tiempo nuevo, es Tapas y barras. Un tiempo nuevo vino a ocupar el sitio de Hay una cosa que te quiero decir, despropósito que, creo, explica el pinchazo porque la audiencia que veía con entregada sentimentalidad las historias de anónimos ciudadanos no parece la misma a la que puedan interesarle los datos económicos, o las ramificaciones de la corrupción que explica sin concesiones amarillas Javier Ruiz. Lo hemos dicho muchas veces. El público natural de Telecinco es muy exigente con la calidad de la basura que consume.

      Por eso, cuando Telecinco incurre en aventuras que no forman parte de su ADN suele llevarse unos disgustos llamativos. Tapas y barras no es un programa para Telecinco, para su público, sobre todo porque la peña que se topa con el cocinero Mario Sandoval tratando de guiarnos por los bares de tapas de Santander, lo que está acostumbrada a ver a esa hora es Mujeres y hombres y viceversa, la fauna fatua que maneja abierta de patas desde la grada Emma García. A esa peña le importa un truño que el programa sea una copia de Vivan los bares, que emitió La 1 hace meses, que tenga buena factura, que te incite a probar esas delicias al bocado, o que Maribel, mariscadora, explique cómo se pescan las navajas. El estreno el sábado a mediodía lo vieron apenas 500.000 personas. Don Paolo Vasile, déjese de inventos y siga exprimiendo la mierda. 


El cocinero Mario Sandoval ante el logotipo de su programa para Telecinco, Tapas y barras, un programa que podría estar en cualquier cadena, pero quizá sea esa la razón por la que en Telecinco tiene una audiencia residual. El consumidor de esta cadena es muy exigente con la mierda que consume, y Tapas y barras tiene una factura que sobrepasa el límite de lo infame, es decir, demasiado bueno y exquisito.



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