jueves, 26 de septiembre de 2013

Maldeojos. Desde el trullo sin amor



Desde el trullo sin amor
(Columna publicada el domingo,  22 de setiembre, de 2013, en diarios de EPI)

       Un héroe, Luis Bárcenas tiene todas las papeletas para ser un héroe. No lo digo yo, que al no tener pase para Soto del Real apenas me llegan noticias contrastadas del interior. La única opción, como hizo La Sexta, era acercar una cámara a la salida de la prisión y meterle un micrófono a unos que salían del talego y ver si conocían al delincuente –yo creo que ya se puede llamar así porque hasta sus íntimos amigos del PP así lo llaman, negando, incluso más de tres veces, como Pedro, su relación con él-. Y lo conocían. Y muy bien. Uno de los quinquis hasta se emocionó hablando del colega. Un caballero, decía, es un caballero, y buena persona, gesticulaba llevándose los dedos en piña a la boca para besarlos con un chasquido que recordó a los besos de pueblo que Almodóvar llevó a una de sus historias. De la bolsa, uno de ellos sacó un pantaloncito corto que le había regalado el “caballero”, pantaloncito que Bárcenas llevó a la cárcel no para uso personal –veinte tallas menor que la suya- sino para regalías, es decir, para empezar la conquista del trullo desde el primer segundo. Esta pieza la recuperó hace unos días el programa que narra Gloria Serra, Equipo de investigación, que dedicó la emisión a la estancia del famoso enchironado analizada por expertos en la materia. Todos lo tienen claro. Bárcenas tiene todas las papeletas para ser el jefe, el guía, el modelo, el quinqui ejemplar, coño, el Puto Amo, término no sólo afortunado sino con trazas de científica realidad. Se forró sin pegar un tiro, sin mancharse de grasa o sangre los guantes blancos con que imaginamos a esta calaña, y quien maneja guita en la cárcel, así sea el demonio o un dios de cinco cabezas, es el amo, el Puto Amo. Como lo fueron el tragaldabas Juan Guerra, un caballero, también decían de él, o Mario Conde, aflautado y altivo ladronzuelo de despacho que sabía camelarse, paternal, con natural superioridad, cagando billetes según interés, a los chorizos de celda. 

Aplicadísimo, tomando notas en su cuaderno, Luis Bárcenas hace lo que parece que a lo largo de los años se le dio tan bien, dejar constancia de todo, que la vida da muchas vueltas. Los cuadernos de Bárcenas en la cárcel valdrán un potosí. Esta es una de las imágenes que pasó La Sexta, en exclusiva, de la estancia del amiguito del PP -negado ahora por todos- en Soto del Real.


El tío del puro

       La Sexta ha ido más lejos, y esta misma semana ha metido cámara interpuesta en Soto del Real. Las imágenes del menda se grabaron con un artilugio pequeño que recogió distintas escenas de la vida del caballero Bárcenas en la cárcel, cosa que a su abogado, Gómez de Liaño, supongo que con razón, no le ha gustado nada y pide explicaciones a quien corresponda. El Puto Amo está que se sale. Se sienta con la suelta elegancia del corre mundos cruzando con elegante despreocupación los pies, mira al frente con la barbilla un poco levantada aunque sin llegar a ser altiva o retadora, mira un dominio que aún no le pertenece, pero quizá barrunte cómo ir metiendo por vereda, fuma un puro con satisfecha placidez, y en otros planos robados lo vemos echándose unas cartas como uno más, e incluso lo vemos en su conocida aplicación de tiquismiquis remilgado anotando cosas en un cuaderno infantil, tan queridos por don Luis, tan amargos para sus amiguitos renegones. Las imágenes de La Sexta han dado la vuelta a las redacciones y han sido portada de algunos medios, imágenes que además de lo obvio, mostrar algo parecido al día a día de este preso español que se pasea por el patio carcelario con un polo verde limón, también nos han enseñado que sí, que es una jodienda que te metan entre barrotes y tapias de doble ancho coronadas con alambres de púas afiladas, pero peor sería que te hubiera tocado la breva en una cárcel de Suramérica. Lo digo porque cada semana sube el grado de horror viendo el recorrido que hacen por 30 cárceles de distintos países Jalís de la Serna y Alejandra Andrade –buenos ovarios y sangre fría maneja esta señora- también para La Sexta, buscando Encarcelados españoles en instalaciones que hasta las ratas, tan laxas con la calidad nutricional –parecida a la laxitud que algunos fieles muestran con algunos excrementos servidos como cena o merienda en Telecinco-, pondrían pegas para vivir en esos mundos infames. 

Alejandra Andrade camina entre reclusos, al parecer poco amables, de una de las prisiones visitadas en distintos países de Suramérica buscando españoles Encarcelados.


Mariló, otra vez

      Celdas alquiladas o en propiedad, o te compras la comida o te comes una mierda, o pagas tu seguridad y tus medicinas o eres una piltrafa muerta en manos de las mafias internas, o te avienes a esas normas marcadas por las leyes del hampa o no hay nadie, guardián, policía, o juez, que te ampare en tu tremenda indefensión. Cucarachas, aire viciado, aguas fecales, mercadillos internos, violaciones, extorsiones, cubículos que no servirían ni para una camada de lobos, un mundo dejado de la mano de los estados en manos de la ponzoña humana, capaz, como cualquier carroñero, de sacar las asaduras tibias de sus víctimas. Encarcelados es un programa durísimo y valiente que debería de sacar los colores a países como Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, o El Salvador. Toda cárcel es un infierno, pero en aquéllas la condena es una condena con saña y mala leche en donde la pena debería de redimirse a velocidad de cohete. Los españoles con los que van hablando los reporteros de Encarcelados han tenido, la mayoría, problemas con el tráfico de drogas. Pero da igual el delito. Para las mafias de esas cárceles, ser español es sinónimo de dinero, o sea, de extorsión. A mí, como espectador, igual que al abogado de Bárcenas ver a su cliente como un mono de feria de programa en programa, me molestó ver a esos presos en ese desamparo institucional, abandonados a su suerte, sin las más mínimas garantías sanitarias, alimenticias, y de seguridad. La única razón que justificaría esa obscena exhibición no sólo es la denuncia, implícita en el documento visual, sino la acusación directa a nuestras embajadas y, cómo no, a las autoridades de esos países que permiten semejante atropello. Claro que, preguntada mi prima la lista, Mariló Montero, por la situación de estos compatriotas, seguro que la ve, como ve la fiesta del Toro de la Vega, ma-ra-vi-llo-sa. Pero si ni siquiera les lancean en el trullo, leche, diría la filósofa de Las mañanas de La 1. Bien, gritaría Carlos Herrera, su ex, viva la libertad de expresión.

Hermosísima estampa que emociona hasta la médula. Un salvaje, armado con estaca en punta de acero, clava su amor por la tradición justo en el lomo del animal, encantado de mantener una costumbre convertida en sello cultural. Los demás espectadores, cómplices, babeantes, ven la faena transidos de gozo. Para la sensible Mariló Montero, como sabemos por ella misma, es una fiesta ma-ra-vi-llo-sa. Y es verdad, sólo hay que ver la foto. Ah, perdón, que es una foto que no refleja la realidad porque está sacada de contexto. Ya decía yo que Mariló no podía tener tan mala leche ni ser tan necia.


La guinda
¿Revolución?
Es un mundo sin ordenadores, teléfonos, coches, gobiernos, energía eléctrica. Es el post apocalipsis que nos retrata Revolution, la serie que estrenó La Sexta esta semana con éxito. Es la última invención del renombrado productor JJ Abrams. La vi sin fervor y con la sensación de haber visto mil veces la propuesta, salvación del mundo incluida, y por supuesto con sus bandos, los buenos y los malos. Pero se puede ver.

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