miércoles, 8 de octubre de 2014

Maldeojos. La cara del pederasta


La cara del pederasta
(Artículo publicado el domingo, 5 de octubre, en diarios de EPI PRESS)

      La jueza pidió la semana pasada que por favor, por favor, los medios no enseñaran aún la cara del conocido como pederasta de Ciudad Lineal. Ja. Ni puto caso. No hubo tele que no la enseñara. Es más, las teles y la mayoría de medios escritos no sólo publicaron la cara del monstruo sino que, de haberlas, habrían publicado hasta sus fotos en bolas. Al final, le hemos visto la cara, la barriga del que se machaca en el gimnasio, y esa pose que conocemos de quienes se miran mucho a los espejos inflándose como pavos reales. En cuanto cazaron al “más buscado, al enemigo público número uno”, la tele se volvió loca de atar. Oh, qué contento, qué maravilla. De nuevo esto tiene sentido, se dijeron los de una cadena y los de otra dándose codazos a ver quién llegaba antes a la exclusiva, a la que fuera, si caga mucho, si mea poco, si ronca, si es impotente, si saludaba o era mezquino con el vecindario –apenas hablaba, dice la encargada del último gimnasio al que iba, pues sí, decía hola, buenos días, y parecía muy educado, dice la del quinto, que no puede faltar en esa búsqueda incesante por la noticia y la verdad que caracteriza a toda información que se precie-. Desde que “estalló” el caso, la lucha a muerte entre Atresmedia y Mediaset ha sido como tiene que ser, a calzón quitado, a ver quién es más macho, se le empina más, y mea más lejos. La tele necesita un pederasta por mes, un matón en serie, un violador del ascensor, un cabrón que tenga en jaque al gentío y alimente cada segundo de televisión, con lo caro que es el tiempo en televisión, la hostia. Escuché decir a mi prima Ana Rosa Quintana, seria como una alpargata, antes de que pillaran al que han pillado, que los medios de comunicación no podían crear alarma social con estas cosas porque la gente se asusta. Hay que estar muy segura del maquillaje para soltar eso sin temor a que se resquebraje.



Depredador y carroñeros
Para demostrar que lo que decía iba en serio –no lo de la alarma ni puñetas sino que la gente estaba acojonada con “el pederasta de Ciudad Lineal” y otros de alrededor, la dama de la basura envió a sus secuaces a los barrios para testar que sí, que la gente está que se jiña la pata abajo, sólo hay que ver la tele, El programa de Ana Rosa, pensé-, mostró parques vacíos, columpios moviéndose como por mano de fantasma en esos planos tan bonitos que tanto canguelo dan, sobre todo si le quitas el volumen a las imágenes para demostrar que no hay nadie y la gente está aterrada en sus casas. Yo la escuchaba con los ojos a punto de sangre y con la boca seca de la rabia. Se podrá ser más cínica. La que dice que no se puede crear alarma social se tira la mañana hablando del “pederasta de Ciudad Lineal”. No está sola. La acompaña en ese viaje terrible del periodismo podrido el resto de programas, desde Espejo público y Susana Griso, con un jubiloso Nacho Abad, a Más vale tarde y Mamen Mendizábal en La Sexta, con un Manuel Marlasca que se sale, o la tele pública, que engrosa el festival desde cualquiera de sus programas en directo o abriendo el Telediario con la cara del pederasta. Incluso los programas de contenido político, como La Sexta Noche, dedicaron el viernes pasado un buen cacho de tiempo a analizar la figura del “monstruo”. Iñaqui López cedió el primer tramo no al aburridísimo asunto de Cataluña para escuchar a la hiena Eduardo Inda o al tonto del pueblo Paco Marhuenda sino el vibrante caso que nos ocupa. Hasta la tele de los curas  irrumpieron en la madrugada con Detrás de la verdad, ellos, que la posponen a la fe, dedicando el programa de Patricia Betancort y David Alemán al “depredador de Ciudad Lineal”, término de documental de animales que todos utilizan como carroñeros. 



Lo de Broadchurch
A estas alturas nadie, por muy preso que estés, por muy poco que veas la tele, por muy al margen de todo que vivas, nadie puede decir que no ha visto la cara de ese hombre. Ni siquiera Rajoy o sus ministros, que viven en mundos y realidades paralelas –hay que tener muy poca vergüenza para seguir hablando de recuperación la misma semana que Cáritas publica su informe anual asegurando que ha aumentado más del 30% el número de personas atendidas en situación de pobreza-. Es decir, se han vulnerado los derechos de este ciudadano que ya está juzgado de antemano, y se volvió a sepultar la presunción de inocencia. ¿Y? El ministro de Interior Jorge Fernández, la delegada del Gobierno de Madrid Cristina Cifuentes, el jefe superior de policía de Madrid, Alfonso Fernández, los ciudadanos, y por supuesto las televisiones, necesitaban, ya, ponerle cara al criminal. Si por el camino se vulnera uno o cinco derechos fundamentales, ah, se siente. Alguien de arriba tuvo que filtrar las fotos, y el nombre, da igual que eso entorpeciera la labor de la justicia porque a ver cómo colocan al ya condenado en una rueda de reconocimiento sin descojonarse, si hasta las chinches del trullo lo saludan como tío, ahí va el pederasta de Ciudad Lineal. Tan sólo La Sexta, desde hace unos días, y no sé si siempre, muestra la cara del presunto pixelada, una tontería a estas alturas porque el mal ya está hecho. Ojo, que nadie vea en este alegato una defensa ciega por este individuo. Bastaría con que todo el peso de la ley, desde la incuestionable seguridad jurídica, cayera sobre él. Pero eso, respetando las leyes. El miércoles, en la entrega del capítulo en Antena 3 de la excelente serie Broadchurch, el pueblo decidió que el kiosquero era el que había matado a Danny –su pasado volvió, de forma interesada, a salir a la luz-. No mató al niño, pero acabó muerto. Claro que la tele sabe estas cosas, claro que estos carroñeros se ceban en la misma sangre, en el mismo semen, claro que luego han tenido que salir como monjitas picaronas diciendo que se arrepienten, que no volverán a hacerlo. Mentira. Sólo hace falta un nuevo caso. Como cuervos pasarán por encima de la ley, caiga quien caiga, y el periodismo, de nuevo, será pisoteado en una bacanal con demasiados intereses en juego. Y da asco. Y sonrojo.

La guinda
Descojonante
Según la encuesta de Personality Media los espectadores prefieren en este orden a las cadenas. La Sexta (29%), Antena 3 (26%), y La 1 (11%). ¿Y la otra pata del banco, Telecinco? No es preferida, pero un 18% la elige para ver un único programa. Y llevan razón. Telecinco es eso, un único programa, un monográfico sin fin. No será querida, pero es la más vista. Paolo Vasile se descoyuntará de tanto reírse de la gente.


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