Qué vida
(Artículo publicado el jueves, 25 de mayo, en diarios de EPI PRESS)
Telecinco lo
llama Viva la vida. Toñi Moreno, la
presentadora, dice que es un programa de actualidad, y que tiene entrevistas,
debates, música, y periodistas en cartera. La cosa se estrenó el sábado, no sé
si con María Teresa Campos, desde el
hospital, viendo con el rabillo del ojo cómo la Toñi le burló el puesto. Si un
programa se dice de actualidad, y cuando te dan el listado de periodistas, o
tienes la desgracia de verlo, y descubres que Antonio Rossi o Carmen Ro
tienen asiento asegurado, lo tienes claro. Ahí huele a algo raro, rarísimo.
¿Actualidad? ¿De qué? Coño, de qué va a ser, gilipollas, si estamos en
Telecinco. Por si hubiera duda, por si durante la semana no se hubiera hablado bastante
de Supervivientes, en Viva la vida también tiene sitio la
analista Belén Rodríguez, que da
cuenta del último minuto de la inenarrable Gloria
Camila y su Kiko, otro Kiko. Vi,
que es a lo que voy, el programa. Bueno, un poco, un rato. Vale. No lo he
visto. Sólo he visto algunos vídeos. Y juro por las zapatillas voladoras de la
Toñi que no deseo a nadie que pase por semejante trago.
Claro que es un
programa de entretenimiento –como si En
portada o La noche temática no lo
fueran-, pero eso no es un salvoconducto para achantar la cabeza o preparar el
gaznate y tragarte todo, todito lo que te echen. Que se case Risto Mejide, como él diría, me la trae
al pairo. Que cante un etcétera que hace música -¿música?- salido de un espacio
como La voz, que es a la música lo
que una hamburguesa a la comida sana, no sólo me la trae al pairo sino que me
saca de quicio. Eso sí, si usted vio Viva
la vida, si se identificó con ese tipo de diversión, y se sintió feliz,
usted es de Telecinco hasta la médula. Y no pasa nada. Bueno, salvo que se le
va la tarde del sábado por el sumidero.
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