lunes, 8 de mayo de 2017

Maldeojos. Dentro de



Dentro de
(Artículo publicado el sábado, 6 de mayo, en diarios de EPI PRESS)

     Es mona, graciosa, chica de barrio, espabilada, con una preparación rasa. La recuerdo con ternura en un reportaje. La cosa era simple. La maquillaron, le pusieron peluca rubia, una nariz más grande, y gafas. El juego consistía en preguntar a la gente su opinión sobre Cristina Pedroche. Le dijeron de todo, y no todo malo, también hay que decirlo. Nadie la reconoció. Ni su padre. Literal. Hasta que cansada de ir detrás de él tuvo que decirle lo que le dice en casa, papa, papa, no papá, sino papa, que soy yo, la Cristi. No me digan que no es tierno. Esa escena resume a la mujer que de verdad es la Pedroche. No sé por qué, pero así lo veo yo. El jueves, en La Sexta, estrenó Dentro de. Por ser Cristina Pedroche. No hay duda. Podría hacerlo una periodista, ¿debería hacerlo una periodista?, pero lo hace ella. En efecto, por su cara bonita.

     Es el cebo. El gancho. No hay otra explicación. Dentro de –un hospital, como el de La Paz, que inauguró la serie, una cocina de alto copete, un hotel de lujo, la torre de control de un aeropuerto- es un viaje minucioso, periodístico, informativo, que no analítico, de un bien colectivo del que muchos ciudadanos nos beneficiamos en algún momento. Es como entrar en las venas, en las arterias, en el corazón del sistema. El retrato de La Paz, un mastodonte de la sanidad pública, fue emocionante. Semejante monstruo no podría funcionar sin los miles de profesionales que más allá de sus sueldos entregan su vida y su talento en momentos en los que la medicina es cosa de vida o muerte. Dentro de es una buena idea, bien realizada, no invasiva, respetuosa, y bien narrada por Cristina. ¿Tiene que ser ella? No, pero por qué no.

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