lunes, 1 de febrero de 2016

Maldeojos. Hostias



Hostias
(Artículo publicado el jueves, 28 de enero, en diarios de EPI PRESS)

      Hace unos días vimos con triste y cada vez más frecuente estupor a Donald Trump, aspirante a candidato republicano para conseguir la Casa Blanca, poniendo esas caras que me repugnan tanto como sus ideas voladas, haciendo como que disparaba a los transeúntes de la Quinta Avenida, y diciendo que sus votantes son tan fieles que ni siquiera de esa forma bárbara le restarían votos. Estoy seguro de que eso sería así. Lo que pasa por esas cabezas, por el aspirante, y por sus votantes, es un misterio para mí. En España tenemos que lamentar tipos de ese cariz. La zafia popularidad de Jesús Gil olía a lo que hieden tipos como el temible payaso Trump. Cada época tiene a los suyos. De Valencia surgen algunos de probada excelencia. Alfonso Rus es uno de ellos, y con nota alta. Hasta hace nada levantaba al auditorio como vulgar chistoso de burdel.

      Trump está seguro de que aunque dispare al personal en la calle sus votantes seguirán votándolo. El de Xátiva dijo que prometió llevar al pueblo la playa y que la gente se lo creyó, llamando burros a sus votantes. Es el tipo que iba a darle una paliza a los que no votaran a Miguel Arias Cañete en las municipales y autonómicas de 2015, el que prometía un Ferrari, o celebrar la victoria con champán y mujeres. Asco. Mucho asco es lo que siento por estos oscuros payasos que se burlan de la gente con una impunidad recompensada con los votos. Rus daba coces de tarugo con una pata y con la otra amasaba el dinero contándolo como los jugadores de una timba. Hace unas horas lo veíamos en la tele tapándose mientras la policía se lo llevaba detenido por corrupción y blanqueo. Todo encaja. Es el perfil de estos gánsteres populistas, hostias.

PD. Y como la mierda, al final, sale, el caloret ha empezado a derribar el castillo pepero sobre el que erigía sus chanchullos valencianos esa banda a los que Mariano Rajoy, agudo, uno a uno, ensalzaba. Rita está absolutamente limpia, dijo el otro día. Yo que Rita me echaba al monte. Y me ponía un güiscazo que te cagas antes de que la policía tocara en mi puerta. 
El prenda y su esposa. No me canso de mirarla. Esta tía tiene una imagen adictiva. ¿O no?

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