lunes, 23 de noviembre de 2015

Maldeojos. La Bolsa



La Bolsa
(Artículo publicado el sábado, 19 de noviembre, en periódicos de EPI PRESS)

      No entiendo nada, pero nada de nada de La Bolsa, que bastante tengo con la mía, con la bolsa demediada de mi casa. Creo que la gran mayoría de ciudadanos no entendemos de más Bolsa que de nuestras rácanas bolsas. Sin embargo, todos los días, sin excepción, y en todos los informativos y en algunos magacines, vemos que hay conexiones en directo para saber cómo está la Bolsa en ese preciso instante. Si el Telediario habla de la Bolsa es que la Bolsa es tan importante, o más, que nuestras bolsas. Dan la información con tal ahínco que cuando esa Bolsa remota, marciana, ajena y nada familiar se pone roja y se le va la pinza bajando como un bizcocho, he llegado a notar temblores porque sé, sin saber cómo, que los dineros que dejan de ganar algunos salen de mi magro bolsillo, no me pregunten por qué, o al final será mi estúpida bolsa la que se resentirá. Otra vez.

      Ahora tengo motivos para estar alegre, alegre como un jugador en racha. Hay algunos jugadores, o inversores, o los mercados, o como se llame a quienes forman esa gran dama de la especulación sin alma, esa que hunde o levanta empresas, gobiernos, países, esa que pone su dedo tieso como una condena sobre lo que le sale de su ciega avaricia, que están de enhorabuena, muy buena. Benditos atentados de París. No me insulten aún. Esperen. En medio de una bajada de la Bolsa por el miedo global que los terroristas han causado, manchando de rojo la mayoría de corporaciones bursátiles, hay empresas que están subiendo como sube la desvergüenza. Así es. Son las dedicadas al armamento. Un gobernante dice guerra, y enseguida se le pone dura a la industria armamentísca. Cada disparo, cada bomba, cada muerte, suena a dinero cayendo en sus bolsas satisfechas.

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