viernes, 4 de julio de 2014

Maldeojos. ¿Y esa caja?



¿Y esa caja?
(Artículo pubicado el martes, 2 de julio, en diarios de EPI PRESS)

       Vale, te sueltan en cualquier lugar, pero tú no tienes ni puta idea de dónde estás. No lo sabes porque tú vas dentro de una caja, una caja grandota, de madera, cerrada como si dentro viajara Harry Houdini, vamos, con cerrojo y todo. Vale, me lo creo. Me creo sin respirar que Pedro García, el Hermano mayor de Cuatro, no sabía que iba a ser soltado en el barro ceutí de El Príncipe, el de la serie. Me creo que nadie hubiera hecho antes labores de producción para hablar con los chicos que juegan al fútbol en un campo cercado, que fue el resolutivo Pedro el que se topó así, por casualidad, con un taxista que le dio un garbeo por el barrio, y que dio con Hamido por su cuenta para hacer de guía y descubrir un barrio insalubre, intransitable, sin canalizaciones, sin accesos para ambulancias o policía, un bario donde la mafia y la violencia son el pan diario.

       Me creo que Pedro da con una mujer mayor, Fatma, que le enseña su casa, símbolo de pobreza y abandono, con humedades, hacinamiento, y Pedro, sincero, siente rabia porque no entiende lo que pasa en ese barrio donde el 99% de la gente es musulmana y el 55% está en el paro. Vale, Pedro, en un día que lleva en El Príncipe, ya tiene los contactos necesarios para hablar con dos viudas jóvenes cuyos maridos yihadistas se volaron en Siria llevándose por delante a cientos de inocentes. Este Pedro es un crack. Ha llegado a un sitio metido en una caja, cuando se abre descubre que es Ceuta, y el tío elabora un reportaje de gran sensibilidad social. Me gusta cómo lo hace. Pero por favor, que alguien me explique por qué tiene que hablar dentro de La caja –domingo, Cuatro-.

 
Es lo más absurdo del programa. El tío se pone a callejear por El Príncipe, el barrio ceutí, habla con unos y con otros, don Pedro García Aguado hace como que no tenía ni puta idea de a dónde iba ni a quién iba a ver, y la verdad es que sale un reportaje estupendo, con una controlada producción -que no somos bobos, cojones-, pero luego, cuando se pone reflexivo, al tal Hermano mayor lo meten en una caja para que hable. Surrealista.


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