miércoles, 2 de julio de 2014

Maldeojos. Fritanga



Fritanga
(Artículo publicado el jueves, 26 de junio, en diarios de EPI PRESS)

      Conforme se emiten capítulos de Chiringuito de Pepe el hedor es más insoportable, y eso que el primero hasta me pareció un bebedizo que no hacía daño, que se dejaba ver, y que las caras, llamemos raras, que ponía Jesús Bonilla, el Pepe de la historia, sólo eran las del primer día, que luego se atemperarían, pasarían el cedazo de la rutina, y veríamos caras, gestos, y una actuación normalizada. Ja. Lo que vemos ahora es la actuación de un tipo enajenado, que actúa con el culo, sí, repito, con el culo, no porque me salga la vena chabacana y zafia que tan bien conjuga con Telecinco sino porque este señor no podría hacer los gestos que hace si no es apretando el culo. Qué horror de hombre, qué dolor de actor. Es plano como un suelo de hormigón pulido. No es que exagere muecas que parecen las de un mal cómico, es que resulta de un patetismo doloroso.

       La serie no sólo no ha mejorado, aunque sin afectar a la audiencia, que parece no tener en cuenta estas minucias, sino que se ha despeñado por una rampa que sólo conduce a un pozo repleto de lugares comunes y actuaciones facilonas conducidas por un guión que ni se molesta en parecer lo contrario. Le quitas lo que de moderno haya en el plano, el vestuario, el uso del teléfono móvil, lo macarra de algunos grabados en la piel, alguna palabra de ahora, y Chiringuito de Pepe es tan cutre, arcaico y facilón como la forma de actuar del mentado Bonilla, ignoro si porque el hombre se ha empeñado en hacerlo así o porque el director le pide de rodillas que no se salga lo más mínimo de aquel ramplón, rudo y simple camarero que hizo en Los Serrano. Ahora veo las caras que pone y todo me huele a fritanga, a escuela de actores trasnochada, a chistoso antiguo. 

Estas son las caras que maneja el personal. Esta es la cara, siempre la misma, de Jesús Bonilla, sea en El chiringuito de Pepe o Los Serrano. Esta es la serie que, si en un primer despiste, supo liarme y creer que estábamos ante una producción de alta cocina, a la siguiente semana ha mostrado que un chiringuito es un chiringuito, y que la interpretación que le corresponde, y el guión sobre el que se columpia, huele a lo que es, a fritanga, a aceite revenido.

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