lunes, 27 de enero de 2014

Maldeojos. La aventura del saber



La aventura del saber
(Artículo publicado el domingo, 26 de enero, en diarios de Editorial Prensa Ibérica)


      Creo que hasta ahora lo voy consiguiendo. Si siguen con cierto interés este rincón es posible que recuerden que les conté hace unos días que con la llegada de año nuevo me proponía estar más pendiente de la cadena pequeñita que más me interesa, La 2. Y así va siendo. La 2 no es sólo los documentales de La 2. La 2 tiene una programación más variada que Telecinco, que como saben no cambia el menú así llegue al despacho de Paolo Vasile un ejército de cocineros con las mismas pulgas que parece que le suben hasta la nuca a cualquier personaje de La que se avecina, que no es que los siga mucho pero según he visto alguna vez gritan a todas horas y todo el rato se están peleando. La 2 es otra cosa. La 2 es una de las cadenas que tiene más variedad en su oferta. Por tener tiene hasta un día del Señor donde vemos a un cura decir misa, uno de los programas de ficción menos visto a pesar de que se lo curran y hoy montan los focos en la iglesia de un pueblo y mañana en la catedral castrense de Madrid. Juro por mis muertos que hay una catedral castrense de Madrid. Y juro por mis vivos que el cura que levanta la ostia, bendice al personal y les desea la paz no lleva un fusil de asalto colgándole de los sayos de milagro porque, según he sabido, es un alto gerifalte militar, o sea, un sindiós. Para presentar y dirigir semejante trasnoche, el programa tiene a su cura director. Sé que es cura y sé que es su director porque a veces él mismo aparece en pantalla, con su barbita y su alzacuellos, y su traje negro, detrás de su nombre y cargo, Juan Carlos Ramos, director de El Día del Señor. ¿Tendrán misa los domingos en sus televisiones públicas los ingleses, alemanes, o franceses? Pues que se chinchen, aquí sí. Y si tenemos suerte y damos con un obispo encabritado, aseguramos los vídeos virales en los programas de humor. La 2, insisto, a pesar de estas anomalías, es la cadena con más variada oferta.

María José García presenta cada mañana en La 2 La aventura del saber, un magacín dedicado al conocimiento que inita a científicos, escritores, investigadores, en fin, a expertos en las materias de las que se habla. Cada día demuestran que otra tele, y no plomiza, es posible.


El conocimiento como tortura

      El nombre de este artículo se ha tomado del nombre de un magacín diario matutino que se llama así, La aventura del saber. Lo dirige Salvador Valdés y lo presenta María José García. Es una revista divulgativa que habla de ciencia, investigación, cultura, o medio ambiente. Por cierto, el programa nació hace más de 20 años, cuando TVE firmó con el ministerio de Educación y Ciencia una colaboración –Alfredo Pérez Rubalcaba ya estaba por ahí, la madre que lo trajo- que aún se mantiene. Este programa resume lo que es La 2, una auténtica invitación al conocimiento, a la educación, una aventura que siempre sale bien. Viendo Para todos La 2, que presentan a diario, por la mañana y por la tarde, Juanjo Pardo y Marta Cáceres, y dirige, Quim Cuixart, compruebas que se puede hacer otro tipo de magacín, que hay contenidos que jamás verás en otros sitios, que existen otras ideas y, sobre todo, otra forma de contarlas, para analizar la actualidad que ayudan, desde el sosiego y el análisis intelectual, a entender el mundo, que siempre fue complejo. Los espectadores estamos tan viciados, tan contaminados de bulla, ruido, y furia, que todo lo que sea sosiego, educación, y juego de cerebros reflexivos tiende a parecernos un tostón, un castigo tedioso impropio de la televisión, como si entretenerse, a estas alturas del tóxico inoculado con pericia, fuera sinónimo, en exclusiva, de vacío intelectual, es decir, el entretenimiento televisivo sólo puede ser huero, estúpido, ese que deglutes sin que roce y afecte, si quiera un poco, la más mínima actividad neuronal. Con estas premisas, programas como La mitad invisible –sábados tarde, Juan Carlos Ortega- que se acerca a las obras de arte con miradas hambrientas de conocimiento, son un tormento denunciable si un profesor obligara a sus alumnos a semejante tortura.


La última emisión de La mitad invisible, que presenta el tímido Juan Carlos Ortega, estuvo dedicada a Salvador Dalí en el 25 aniversario de su muerte recuperando el primer programa de la serie.

Tamara en la universidad

      Es muy distinto, y de nuevo lo juro por mis muchos descarríos como pecador de la pradera, que una universidad, con un par de cojones, la universidad San Pablo CEU, invite no al último científico español que se larga de aquí asqueado por la falta de apoyo sino a la señorita Tamara Falcó –hija de Isabel Preysler- para que dé una charla sobre su rumbo actual tras su irresistible conversión –iba a comprar un libro ¿el primero de su vida?, y se le pegó una Biblia a las manos, hay que tener mala suerte-. Veo el reportaje atónito en lo de Anne Igartiburu sin la más mínima ironía, como la cosa más normal del mundo. Llevar a esta pava que apenas sabe hilar una frase a la universidad, como se lleva a una eminencia, y que ni alumnos ni profesores monten un Gamonal del copón, dice mucho de esta sociedad confundida, adiestrada y sumisa que ha convertido el recelo al conocimiento del poder económico, religioso, y político, en rechazo, es decir, una jugada perfecta diseñada con milimétrica precisión. Y como los males no vienen solos, reaparece Alfredo Urdaci, el periodista manipulador de los tiempos oscuros de Aznar. Acude a lo de Emma García, pero no al mercadillo de chonis y chulos y viceversa sino a Abre los ojos. Después de ser el dios que retorcía las informaciones hasta asearlas al gusto y conveniencia del PP, su amo, acabó donde tenía que acabar, en la cuneta, desprestigiado, no respetado ni por él mismo. Redondeó su nueva imagen subido a una mesa de un plató para imitar a Tom Jones y ser jefe de prensa de El Pocero, rey del ladrillo, como decía la comentarista Mariola Cubells hablando con Thais Villas en El intermedio –habló de su libro “¿Y tú qué miras?”-. Por cierto, no busquen la ridícula imitación de Urdaci, ha desaparecido de YouTube. Hoy, Urdaci sigue tratándonos como imbéciles amnésicos y manipulables. Pero está claro. Lo vi en un programa donde Paquirrín es el rey, y Olvido Hormigos, ex concejala socialista, la reina del aguacate. De qué vas, primor. Tu sitio es ese. Jamás deberías pisar el reino de La 2, donde cada día se rinde homenaje al conocimiento que ennoblece, a la búsqueda de la sabiduría, justo lo contrario de lo que representa alguien como vos.

Ahí está, doña Tamara Falcó se dirige a los alumnos de la universidad para contarles con palabras llanas, salidas del alma, luchando para hacerse entender porque la señora habla como si tuviera chicles pegados en la boca, sus cosillas, sus experiencias, no sé si sus exclusivas, quizá algo de mamá, en fin, lo normal en un templo dedicado a la sabiduría.


La guinda        
Un Romeo flojillo
Telecinco abandonó esta semana su temática monocroma y dio paso al clásico de Shakespeare. Hizo de Julieta la italiana Alessandra Mastronardi, y de Romeo el pimpollo patrio Martín Rivas, medio ídolo de adolescentes. Emitida en dos días, la audiencia dio la espalda a la historia. Hay razones de peso. Grabada en espacios fríos, nevados, encajaba con su nulo interés. Frío añadido al frío resultado. Un pestiño.

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