domingo, 10 de noviembre de 2013

Maldeojos. Cuchillas para sus manos



Cuchillas para sus manos
(Artículo publicado el sábado, 9 de noviembre, en diarios de EPI)

      No puede ser, pero es. Veo imágenes en las que aparece un camión cargado de rollos de alambre. Con él van a retocar las fronteras entre Marruecos y España, van a arreglar la doble valla, la enorme doble verja que recorre kilómetros entre el límite de los países. Las últimas estampidas de subsaharianos trepando por las paredes las deterioraron. Alguna cabeza del Ministerio del Interior ha decidido que hay que hacer las cosas bien, es decir, si se trata de impedir la entrada de indeseables, hay que hacerlo con la cabeza bien alta, si es la guerra, hay que ganarla, y si alguien cae, que sea el otro. En 2005, el Gobierno de Zapatero tuvo la feliz idea de coronar esas mallas con concertinas, algo así como rollos de alambre festoneados de cuchillas para que, quien intente entrar, se desangre, o al menos se corte las manos, las rodillas, los pies, la cara, el hígado…

      Aquello resultó ser tan espeluznante que a los dos años, con voces de protesta por todas partes, hubo que retirarlas. Ahora, el Gobierno de Rajoy, bendecido por Abdelmalik el Barkani, delegado de la administración central en Melilla, ha decidido que ya está bien, que a esas hordas hay que pararlas. El intermedio habló de esto, pero Wyoming es muy exagerado. Seguro que cuando estén colocadas y los desesperados intenten saltar, saldrán los telediarios pringados de imágenes desgarradoras, quizá editadas con músicas de alta poesía mientras vemos un trozo de dedo, calcetines empapados en sangre, o alguna víscera movida por el viento. Pero hasta que no llegue, a ningún político le quitará el sueño. Y luego tampoco. 

Coronadas con estas armas de destrucción asegurada, las vallas que recorrerán la frontera de Melilla, si nadie con un mínimo de humanidad lo impide, rebanarán manos, piernas, vientres... porque está claro que pongan lo que pongan, los del otro lado seguirán intentándolo. Nuestra protesta, nuestros comentarios en la Red, nuestro rechazo sin paliativos aún puede remediar la sangría.


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