viernes, 8 de noviembre de 2013

Maldeojos. La carta



La carta
(Artículo pubklicado el jueves, 7 de noviembre, en diarios de EPI)

      Hoy tal vez debería uno, como crítico responsable y atento a la programación, hablar de lo estrenado el martes en La 1, Generación Rock. ¿Ni idea? Sí, queridos lectores, es ese al que llega Melendi –como lo oyen- y se pone a formar a abuelos roqueros para dar un concierto. Para este programa habrá tiempo. Estarán tres meses. Pero la indignación que de nuevo, sin salir de La 1, me provocó, otra vez, Mariló Montero, es de urgencia. Fue Telecinco, en Abre los ojos, programa sabatino que presenta Emma García, quien ardió en gozos de exclusiva con la carta enviada desde la cárcel por Rosario Porto, acusada del crimen de Asunta, su hija. Esa carta no se quedó en ese programa sino que saltó al resto de medios, serios, no serios, creíbles, y desprestigiados. Unos dieron cuenta de ella sin más. Otros se volvieron locos. TVE se volvió loca. 

      Que la televisión pública dedique más de una hora a esa carta y ponga su mesa de colaboradores al servicio del sensacionalismo más ruin, que hable con grafólogos, sicólogos, forenses, criminalistas, y la Vieja´l Visillo, es una falta de respeto a la audiencia de la cadena que debería ser ejemplo, pero nunca perrilla faldera del morbo, que sólo busca la audiencia fácil. La presentadora desgranaba con la experta la personalidad de la madre según la t, la p, la r, en fin, un disparate. Fernando Ónega, incómodo con el pastel del día, echó mano de su retranca. Ya quisiera Cervantes que algunos de sus escritos se analizaran como esta carta, dijo. Bochornoso. Por cierto, sin palabras ante el cierre de RTVV. ¿Pagarán los de siempre? Qué cosas se me ocurren.

Esta foto de hoy mismo de la web de La mañana de La 1 es la portada. Los temas que destaca hablan por sí mismos y retratan un programa que, sobre todo en esta tempotrada, dedica un tiempo desmesurado al suceso, impropio de una televisión pública. TVE compite con el resto de cadenas equivocando sus contenidos. No puede hacerlo desde el sensacionalismo, destacando la ruindad de la condición humana.

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