sábado, 16 de febrero de 2013

Maldeojos. Lo increíble. 16 de febrero de 2013



Lo increíble

     Lo increíble de Increíbles, que estrenó Antena 3 la semana pasada, no es que superara en audiencia a Sálvame de Luxe –tuvieron a Mercedes Milá, que además de pedir a los seguidores de su burdel que no la abandonaran el lunes “para que ganemos a Antena 3”, despejó una de las grandes zozobras que arrastra este país más allá del suspense por ver en qué queda este animado despelote de lo que ganan nuestros políticos, confirmó que sigue meándose en la ducha-. Lo increíble de Increíbles no es darte cuenta de que tú jamás podrás hacer cálculos de cabeza con precisión de computadora como los hace Martín López. Lo increíble de Increíbles no es que Carlos Sobera sea un maestro del entretenimiento, ni que el plató parezca una nave espacial azulada, ni que la cosa dure más allá de lo razonable, ni que nadie entienda de dónde sacan a tanta gente de público.
     
     Lo increíble de Increíbles no es que haya gente anónima capaz de hacer cosas que rozan el prodigio amaestrando su cerebro,  como la niña de 7 años que señala el lugar exacto de los países del mundo. Lo increíble de Increíbles es la presencia de un trío sin el que el programa sería el mismo, o mejor, porque no tendríamos que soportar la casposa  y nula gracia de Santiago Segura, el de los mohines falsarios, el que ha hecho de su aventado apetito sexual, fingido o verdadero, carne de chiste machacón y garrulo. Lo increíble de Increíbles es que cuenten con Mario Vaquerizo el plomizo, un tipo cargante que ha perdido la inocencia porque ha hecho de ella su modo de vida, y al convertirla en recurso inane –El Hormiguero, con Ana Rosa- es un cromo patético. Aún así, lo increíble de Increíbles es ver que tus semejantes pueden ser la bomba.

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