viernes, 4 de noviembre de 2016

Maldeojos. Águila



Águila
(Artículo publicado el sábado, 29 de octubre, en diarios de EPI PRESS)

     Hace unos meses parte del equipo de Águila roja pasó por el FesTVal de Vitoria. Se presentó la última temporada. Los actores estaban ya en otras cosas, en otros trabajos. Pero todos, a la hora de la presentación ante los medios, se emocionaron recordando los ocho años con un proyecto que desde el principio cautivó a la audiencia –llegó a tener casi seis millones de espectadores- y se convirtió en sello de TVE. El éxito no tiene fórmulas matemáticas, sólo podemos analizarlo cuando se convierte en realidad. Águila roja no ha sido una serie histórica como quizá al principio se pudo interpretar sino un cómic que se desarrolló durante el reinado de Felipe IV, hacia la segunda mitad del XVII, pero a modo de friso, de gran decorado.

     Aventura, personajes muy bien trazados, amores contrariados, villanos de tronío, un héroe, fantasía, y un diseño de producción que el tiempo sofisticó han hecho de este producto un entretenimiento de alto rendimiento y calidad. Estaba claro que el último capítulo sería el que descorriera la cortina y, además de quitarle la careta al héroe enmascarado, que siempre estuvo al lado del pueblo humilde y frente al poder perverso, tenía que cerrar las tramas. Yo sabía que el amor sellaría el final de la historia desde que puse el pie en su casa, amo, dijo Satur –Javier Gutiérrez- en el último capítulo, igual que yo lo pensé en el primero, que supe que el águila y Margarita comerían perdices. Lo mismo ocurriría con la pareja de malos. Te odio tanto que me voy contigo, le dijo la marquesa al comisario. Te odio tanto que dejo que te vengas, contestó Francis Lorenzo a Miryam Gallego. Genial. A TVE le hace falta ya otro héroe. Pero ya.

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