lunes, 7 de abril de 2014

Maldeojos. 8 años de La Sexta



8 años de La Sexta
(Artículo publicado el doimngo, 6 de abril, en diarios de EPI PRESS)

      La Sexta acaba de celebrar su octavo cumpleaños. No vale aquí la trillada comparación con el niño en edad escolar. En televisión, 8 años es edad adulta. El tiempo no perdona cuando hay dinero en juego. Y en toda aventura mediática lo hay. En La Sexta también. Si no dejara dinero, La Sexta estaría cerrada. Cómo es posible que Intereconomía, se podrá pensar, no sólo no gana dinero sino que lo pierde a raudales y siga en antena. La respuesta podrían darla muchos trabajadores, acreedores, prestadores, pero aquí estamos hoy para apagar velas de celebración, no para echar fuego al fuego. Cuando nació La Sexta, independiente de su gran madre de hoy, Antena 3, del grupo Planeta, vi en ella lo que al principio vimos mucha gente en Cuatro, nacimiento que fue una auténtica fiesta porque suponía un chorro de aire que venía a regenerar el viciado ambiente de las teles generalistas, y lo hacía con una programación variada, moderna, atrevida, dirigida a un público joven, de edad y de ideas, urbano, ansioso de ser espectador de programas con otro sabor, sin el decadente tufillo a cuarto de estar sofocado por pantallas de una alegría chabacana y grosera o de una corrección sacristana. Quien siguió a Cuatro sabe que la cadena empezó a descomponerse hasta convertirse en una caricatura de sí misma en cuanto su dueña, Prisa, se la vendió a la italiana Mediaset. Y hasta hoy, convertida en una cosa blanda, con programas pensados para un público extravagante –desde la presencia alucinada de Íker Jiménez y el cuento de Cuarto Milenio a Un príncipe para Laura, que esta semana estrenaba princesa, de Mallorca ella, que se verá con sus aspirantes a conquistarla, un ramo de elegidos donde no faltan los feos, los gordos, los simpáticos, los engreídos, el guaperas, y el marciano, puro Cuatro-. Sin remedio, el espíritu de Telecinco se hizo con la cadena, que hoy es un dolor. 



Iñaki Gabilondo fue la imagen de Cuatro en sus primeros años. Él representaba lo que la audiencia esperaba de la cadena, antes de que PRISA, en su loca carrera monetarista, se la vendiera a Telecinco, que la infectó con su semen podrido. Hoy, el símbolo de la cadena es cualquier friqui de los muchos que la pueblan...


Rece TV

      Hablo tanto de Cuatro en el cumpleaños de La Sexta porque es su directa competidora, es su adversaria. Y la decadencia sideral de Cuatro es la que uno temía en La Sexta cuando Atresmedia se la zampó. A la mierda La Sexta, pensamos muchos. Es decir, a la mierda la grandeza de una cadena pequeña que supo hacerse un hueco jugando no a lo  de siempre sino a corretear por otros prados y llanuras sin olvidar que la tele tiene la misión de entretener. Pero los públicos son diversos, y el entretenimiento también. Los de Zapeando –La Sexta, sobremesa, con Frank Blanco y un ahormado equipo de colaboradores que hacen unas risas de los contenidos de la tele- dedicaron la semana pasada a celebrar el cumple de su cadena con sus momentos estelares –no recordaba la conversación de Jordi Évole con Arnaldo Otegui donde le decía con su carita de inocencia que no se guardara dentro la condena de la violencia, “dilo, macho, te quedas tranquilo, y verás que todo va mejor”, o Dani Mateo enseñando el mondongo a lo Borat ante el pasmo relamido en su faceta de gay de Wyoming, un chaquetero sexual que luego se relame cuando tiene a Thais Villas delante, el bribón- y preguntándose qué cara sería la que mejor simbolizara el espíritu de La Sexta. El Gran Wyoming debería de estar en los primeros puestos, y Jordi Évole, pero también su director, Antonio García Ferreras. ¿Y cuál es el espíritu de La Sexta? Sin duda El intermedio es el programa que define a la cadena, del mismo modo que Sálvame simboliza lo que Telecinco quiere que sus seguidores encuentren en ella, que por otra parte es lo que buscan. El intermedio es una apuesta por la información y el humor con un planteamiento de izquierdas que no sólo no se oculta sino que se enarbola con orgullo. Y Wyoming su profeta. Casi todos sus programas tienen alguno de esos componentes, o información, humor, un punto de vista de izquierdas, o una mezcla de todos ellos. Coincidiendo con este cumpleaños, 13 TV, la tele de los obispos empresariales y radicales que mantenemos todos, prohíbe a La Sexta que use imágenes suyas, como hasta ahora hacía. ¿Quién nos pone la pierna encima para que no levantemos cabeza?, se preguntaba Wyoming descojonándose. Si algo nos ha enseñado 13TV  es que no necesita nuestra ayuda para desacreditarse, sólo necesita un micrófono para hacerlo, decía el tito Wayo. 13TV va a conseguir que no nos llevemos las manos a la cabeza con el Herman Tertsch real, pero El intermedio se ha ingeniado algo con más mala leche, hacer que Ernesto Sevilla lo imite en su sección Rece TV. Lo borda. Pura dinamita. Pura Sexta. Feliz cumpleaños. 

Seis personas, El Gran Wyoming, Sandra Sabatés, Dani Mateo, Gonzo, y Ernesto Sevilla -ultima incorporación- dan la cara y defienden en pantalla lo que un equipo que parece no desfallecer se curra cada día. En La Sexta hay más más programas que El Intermedio, pero es verdad que éste simboliza el espíritu de la cadena a la perfección. Ahí están Salvados, Al rojo vivo, Zapeando, La Sexta Noche, El ojetivo...


Querido Jorgeja

      Así no hay manera. Así no hay manera de mantener uno sus convicciones, canalla. Me has desalmado, bribón. Y eso no se hace. Eres más cruel de lo que imaginaba. Siento que los lectores no se enteren de qué va esto, y que no entiendan qué tiene que ver el octavo cumpleaños de La Sexta con Jorgeja, con MI Jorge Javier Vázquez. Lo digo ya. No tiene que ver nada. Así que lo siento, es una cosa entre él y yo. Verán, hace dos semanas dediqué el “Maldeojos” largo, es decir, este, a Jorgeja. Lo puse mirando a Cuenca –aunque no llegamos a rematar la faena, sí, coño, que no hubo consumación-, le dije de todo menos bonito, que si esto, que si lo otro, que si el veneno, que si retaco, que no daba pie con bola leyendo el guión de esa cumbre de la basura llamada Hay una cosa que te quiero decir, descontada la otra cumbre de la basura llamada Sálvame, y sin tener en cuenta la cumbre de la basura llamada Supervivientes, en fin, una vergüenza decirle  cosas tan feas a un tipo que luego, cuando lee lo que le digo, me contesta en Lecturas que se esperaba que uno fuera un orco, un adefesio, “un desecho de tienta”. Con ánimo de comprobarlo el señor Vázquez busca fotos mías en Google Imágenes y oh, “mi gozo en un pozo, dice, el tío me da morbo”. Le doy morbo a Jorgeja. Me ha desarmado. Así no hay manera de ser el orco de los comentaristas, cielo. ¿Qué será ahora de nosotros? Dime, ladrón.

Míralo, desatao...


La guinda        
Jefes rácanos                                                                                                                      
La versión de El jefe infiltrado, que La Sexta ha adaptado y estrenó el jueves, no tiene la misma fuerza que el original yanqui. Eyeworks, la productora, parece que se volcó más en el disparatado casting de Un príncipe para Laura, en Cuatro. Nuestros jefes, cuando se quitan la careta de infiltrados, son unos ratas. En yanquilandia te dan 40.000 dólares por ser un currito ejemplar. Aquí te envían a Benidorm. Ah, arrasó en audiencia.

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