lunes, 7 de octubre de 2013

Maldeojos. Barbie contra ordinarias



Barbie contra ordinarias
(Columna publicada al domingo, 6 de octubre, en diarios de Editorial Prensa Ibérica)


      No entiendo cómo te gusta el pescao, los langostinos, las peras y los plátanos, le decía una tal Mari Carmen a la que aspira ser esposa de su hijo al enterarse de que la chica dice ser bisexual, cosa que esta jornalera de Jaén no entiende, quizá porque su cardado para la televisión le ha estropeado el poco seso que le queda como persona, ahora redimida como animal televisivo. La ves y te partes. Tal vulgar, tan zafia, tan inculta, tan beata, tan buen fichaje de ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, tan amante de Aznar –dice que si en tiempos de su héroe había siete mujeres por cada hombre, ahora, que la cosa está peor, con Rajoy habrá por lo menos catorce, así que su hijo, un lechuguino de 28 años, tiene ganado para elegir-. Esta Mari Carmen silvestre y zopenca es auténtica, existe de verdad, y por eso, por su naturalidad mostrándose como una calabaza hueca, la sacan más que al hijo, un soplagaitas bajo el árbol lacado y protector de la ordinaria señora. Esta misma semana, en las antípodas de lo natural, la Academia de Publicidad –sí, existe, hay una Academia de Publicidad- encargó un anuncio a una productora para celebrar el tercer centenario de otra academia, la Real de la Lengua Española, esa que dice que allí se limpia, fija y da esplendor a las palabras. ¿Qué han hecho los publicistas en un alarde de imaginación casi, casi sin precedentes? Pues poner a una señora burra, ignorante, zafia, tirando a andaluza o murciana, que pronuncia con el culo, para decir, “pero niño, qué haces con la alfombra –al niño se le cae la mermelada-, ¿no ves que estás estropiciándolo tó? Ende que venga tu padre lo quiero ver todo esto… fluoresciente”, dice revoloteando los dedos con los ojos muy abiertos. ¿Patético? Mucho. ¿Vergonzoso? Más. ¿Increíble? Increíble. 

Esto sí que es un poema. Por supuesto que la escena forma parte de un guión. Está claro que los guionistas de ¿Quién quiere casarse con mi hijo? saben de qué va el rendimiento de los monstruitos que ellos crean. Aquí tenemos a dos. La mamá, una ignorante de manual, levanta al hijo llevándole un vaso de leche a la cama -anda, dame un beso mientras chupas la leche, le dice-, y el lecuguino, que sigue en la cama a media mañana.



Chochonas de feria
Pero el anuncio sigue. Para reparar el estropicio una voz masculina, vigorosa, le dice a la agobiada señora que esté tranquila porque con RAE “este desastre tiene solución”. Parece un bote de detergente. Qué va. Es un diccionario de la Real Academia, que al ser abierto por la asilvestrada ama de casa, bruta como un arado, recibe los rayos de potente luz que emanan del libro iluminando su rostro hasta el éxtasis teresiano, con los ojos vueltos y todo, como ya conocíamos por Gian Lorenzo Bernini. El efecto RAE, sigue el narrador, “elimina todas las impurezas, devolviéndole al lenguaje su brillo original”. Vaya si lo consigue. Cuando de nuevo se le cae al nene el tarro sobre la alfombra, la mamá ya habla como la mismísima Santa Teresa. El anuncio es tan repelente, tan rancio y mal hecho, tan ruin y pobretón, tan mal interpretado, y tan errado en su planteamiento que un puñado de asociaciones de mujeres se ha indignado por la imagen que se da de ellas, ignorantes pero limpias, incultas y zafias pero buenas esposas. Más que cabrearse por un contenido que al ser tan cretino y ridículo ni siquiera ofende, aunque también, hay que preocuparse por esa Academia de Publicidad que graba un producto de tan escaso nivel estético, moral, intelectual y de tan corta ambición. Demos un pasito más en el perfil de algunas señoras. Ni Jorge Javier Vázquez ni Olvido Hormigos son burras e ignorantes, aunque podrían ser muñecas chochonas de feria. Tengo entendido que JJV expulsó del cortijo nocturno a la ex concejala socialista que se hizo famosa por meterse el dedillo en su cueva, grabar la acción, enviarla al mundo, y pasar por ello a los platós de Mediaset, rincón natural de estos productos bizarros, porque  la señora se la lió a María Patiño, tan fina, tan elegante, tan discreta, tan moderada. Total, que JJV sacó su espada flamígera y, llamando cerda a Hormigos, la echó de uno de los platós más sofisticados de la tele, Sálvame de Luxe. Con la boca hirviendo, inspirado, el Señor Ondas dicen que dijo que “es una vergüenza tener que aguantar a gente como esta, qué asco, son mierda”. Huy, huy, cuando las chochonas se ponen más ordinarias de la cuenta, dan miedo. 

Esta escena forma parte de la última manifestación de la niña del exorcista, que encarna desde hace tiempo Jorge Javier Vázquez, un déspota inaguantable, un maleducado consentido, un tipo con una male leche que traspasa la pantalla. La otra, Olvido Hormigos, hace tiempo que se tiró a esta piscina enfangada de mierda de la que, como es lógico, recibe salpiconazos putrefactos.



Edurne y Wert, ohhh
Pero no nos desmayemos entre chonis de pantalla, guarras de necesidad, o ignorantes y zopencas pero limpias y buenas esposas. ¿Dónde colocar a Emma García? Lo digo porque para subir la audiencia de Abre los ojos lo que le han subido son las mamas hasta el gaznate para hablar de la niña Asunta Basterra, que ahora tiene a las divas de la pantalla revolucionadas, poniendo en práctica el conocido lema que dice que el mal rollo con tetas grandes entra, y mal rollo hay, que los papás de la criatura están en la cárcel. La Fábrica de la tele, a la derecha de Vasile, que sirve la mierda condimentada en sus diversos Sálvame, también produce la noche del sábado con Emma, y como la audiencia no respondió ni llevando a Bisbal le abrió el escote a la presentadora, le montó una mesa de disección, le colocó a la niña muerta y escenificó un aquelarre para regocijo de carroñeros. La audiencia respondió con dos o tres décimas más. Así que ya sabes, Emma García, déjate de puñetas y sal en sujetador para que el abuelo en casa se haga con el mando y no lo suelte así invites a Punset. A estas alturas de columna llegó el momento de mentar a la otra, a la Barbie Complementos, legión que no conocíamos hasta que la estirada, siempre avinagrada Edurne Uriarte, ex del ministro más golfillo del Gobierno, José Ignacio Wert, que con una mano espanta a la santa y con otra se camela a la secretaria, ha puesto en valor ser eso, una Barbie que ama por encima de todo, en su caso hasta por encima de Wert, un bolso de Gucci, un cinturón de Loewe, una nadería de Vuitton. Ella no sólo es elegante sino que tiene que parecerlo por “cuestión de status”, o algo así, no me hagan mucho caso. Corro a verla en Los desayunos de La 1. Decepción. Sale sin su bolso. Una Barbie sin bolso no interesa, y menos lo que pueda decir. Así que viva la jornalera. Y las tetas de Emma. Y el éxtasis de Santa Teresa. Y el chichi de la Hormigos. Y la mala leche de Jorge Javier. 

Edurne Uriarte asegura que su estatus social se lo da un bolso de Gucci, y que no tiene problema en reconocer que adora los añadidos del buen vestir, y que tampoco le importa reconocer que es una Barbie Complementos. A mí tampoco me importa reconocerlo, oye.




La guinda
El mito derribado
Cuando decíamos que los nuevos gerifaltes de RTVE llegaban en serio, íbamos en serio. Julio Somoano, jefe de informativos de TVE, ha desmantelado unos Telediarios que eran la envidia, premiada, del mundo. Algunos ingenuos creían que “esta gente” tendría límites, líneas rojas. No. Después de 40 años Informe Semanal pasa a la madrugada. La tele banal –Uno de los nuestros, Carlos Latre- puede con el periodismo de actualidad.

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