jueves, 4 de enero de 2018

Maldeojos. Trasvases



Trasvases
(Artículo publicado el sábado, 30 de diciembre, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Hasta no hace tanto había actores y actrices, grandes actores y grandes actrices, que en sus entretelas, en la masa de su sangre, en la forma de entender su arte, hablaban como si miraran por encima del hombro a aquel o aquella que hiciera televisión –yo he tenido que hacer de todo, malo, bueno, y regular, y cuando me llegaba un guión soñaba con que fuese bueno, porque si hubiera sido malo también lo hubiera aceptado, me decía una tarde la gran Pilar Bardem cuando preparábamos su libro biográfico-. Esa especie de altivo desprecio por la tele de la gente del cine o el teatro no sólo ha pasado sino que ya no hay actores y actrices que compartimenten su arte en función del medio. Es más, hoy lo normal es saltar de un escenario al set de grabación de una serie o al plató de una peli. Y da mucho gusto. Da mucho gusto ver un día en la pantalla chica a Eusebio Poncela –el capo Joao Ferreira de El accidente, Telecinco- y al siguiente como la Bernarda Alba de Federico –versión dirigida por Carlota Ferrer-.

     Da mucho gusto ver hoy en casa al joven y más que prometedor actor murciano Jaime Lorente –el Denver de la impresionante La casa de papel, que acaba de emitir Antena 3- y al siguiente subido al escenario como Adela, una de las hijas de Bernarda. No hace mucho vi en Loja –ha muerto el poeta de allí Juan de Loxa, con quien tanto quería- la obra El plan, de Ignasi Vidal, a teatro lleno-. Uno de sus protagonistas hace cada día de camarero en el El asturiano de Amar en tiempos revueltos, Manuel Baqueiro. La avispa Anna Castillo, eléctrica y tierna, es la Susana de Estoy vivo, La 1, pero también está en el teatro, en el cine. Son trasvases saludables, necesarios. Importa cómo, no dónde.

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