miércoles, 22 de noviembre de 2017

Maldeojos. La pregunta del millón



La pregunta del millón
(Artículo publicado el domingo, 19 de noviembre, en diarios de EPI PRESS)

     La inquietud, la zozobra y hasta la lástima se apoderan de este observador de la tele y no puede dejar de preguntarse lo que usted ya se preguntó muchas veces. ¿Tiene Ferreras camisas de otros colores? Después de ¿quién le corta el pelo a Ana Blanco?, España entera, incluyendo parte del extranjero, incluida Cataluña, la pregunta que todos nos hacemos es esa, ¿tiene Ferreras camisas de otros colores? La esposa pasó por El hormiguero y contó intimidades de la pareja, y consiguió que el programa se convirtiera en el más visto de la temporada. Pero no, sería una maldad absurda, de un machismo zoquete, hablar de Ana Pastor por su relación con el director de Al rojo vivo. Pastor contó que se gastan un pastón en la niñera del crío y que se pican entre ellos por los invitados para sus programas. Sin embargo la periodista se sometió a las preguntas de Trancas y Barrancas para “hablar de mi libro” en forma de nuevo programa, ¿Dónde estabas entonces? -La Sexta, jueves, más de 2 millones de espectadores-. Seguro que Pastor sabe si Ferreras tiene en el armario camisas de otros colores que no sean el negro. Pero estando en El hormiguero hay que hacer la misma pregunta. ¿Tiene Pablo Motos camisas de otros colores que no sean el blanco? Hasta Jean Paul Gaultier le diseñó el jueves un nuevo atuendo en su paso por el programa. Tanto Ferreras como Motos tiran de comodidad y se olvidan de lo accesorio para centrarse en lo importante. Tiene que ser un coñazo pensar qué ponerse en un programa diario, así que ellos no tienen ese problema, como sí lo tienen las mujeres, desde Ana Blanco –la encargada de vestuario anota qué día se puso tal o cual chaqueta para no repetir- a Susanna Griso, María Casado o Ana Rosa, que cada día, sí o sí, han de salir a la plaza con atuendos distintos, sin repetir ni uno.

Amaia la estreñida
     Ya me gustaría a mí leer lo que se diría en papel, lo que se escribiría en Twitter, las bocanadas de bilis que se escucharían en las tertulias, y los aspavientos de loca, con sus ojos espantados y su pluma desbocada, que desplegaría Josie en Zapeando comentando que Ana Blanco, Susanna Griso, Ana Rosa o María Casado llevan siempre el mismo vestido, el mismo displicente patán que calla ante la uniformidad de Motos o Ferreras. Machismo cotidiano, machismo de consumo diario, machismo asimilado, incluso ese tipo de machismo tan machista que no se vive como machista. Me hago otra pregunta que también tiene categoría de ser la del millón. ¿Tiene Amaia Salamanca caras con otros gestos? Afirmo que no, que doña Amaia tiene la misma cara para un roto que para un descosido, para un polvo mañanero que si le avisan de que su hermano en Amor en tiempos de guerra se ha ido de nuevo al frente a matar rifeños de la cabila, la misma cuando mira con arrobo a un maromo que cuando pilla un berrinche si le regaña con ardor por necia Alicia Borrachero, otra que siempre parece estar cabreada como un mona, qué mujer. Siempre que veo en la pantalla a esta señora, a Amaia, le veo idéntica expresión, sí, hay que decirlo, la misma cara de estreñida, que me perdone Ramón Campos –cabeza visible de Bambú, la productora que la amamanta, mima, y cuenta con ella en cada nuevo proyecto de la casa-. No la recordaba así en Sin tetas no hay paraíso, pero si busco ahora la mítica serie donde Miguel Ángel Silvestre era el duque canalla y amoroso, no falla, también ahí estaba la expresión de la actriz. Así que vale preguntarse, ¿tiene Amaia Salamanca otros gestos que no sean el de estreñida para todo?

Inda y el PP
     Si damos un salto a la política, donde los uniformes hay que buscarlos en las entretelas no de la apariencia sino del cerebro, nos topamos con Pablo Iglesias, la excepción, pues se pone el uniforme ideológico por la mañana al mismo tiempo que sus camisas y esa otra extensión de sus ideas llamada coleta. Pablo es como Amaia la estreñida. ¿Tiene Pablo Iglesias otras caras que no sean la del estreñido, la del enfadado, la del cura que se afila la uña del dedo para señalar y acusar al mundo de pecador de la pradera? Creo que don Pablo está harto de la coleta, pero ya es rehén de ella y no sabe cómo quitársela de una manera honrosa. Que acuda a Cámbiame, coño, que allí lo espera con los brazos abiertos el equipo del programa. El gesto no se lo cambiará nadie, pero su imagen, eso de “su look” que dicen los catetos, seguro que sí. Nada se le resiste al pelón Pelayo, a la pizpireta Cristina Rodríguez, a la que vi un día, lo juro por lo más sagrado, y si miento que me castiguen a ver tres programas enteros de La voz con sus correspondientes intervenciones de los “coaches” –perdonen que me retire a vomitar por meterme en la boca palabro tan estúpido- vi un día a Cristina Rodríguez, digo, más pintada que una puerta de ocasión. Entre Pelayo y Cristina seguro que apañan a Pablo, le cortan o le cardan la coleta, le hacen tirabuzones, o se la tiñen de azul Lucía Bosé –amante de los picassos ¿ajenos?- y firman el programa del año. Excuso decir si pillan por el camino a Puigdemont y hacen algo con su flequillo. Y ya puestos, ¿tiene Eduardo Inda otra sonrisa que no sea la de hiena que exhibe? Al PP le gusta, como si fuera un cerdo, todo de Inda, al que presentó esta semana en el Senado en la comisión de investigación de financiación de Podemos como, atención, cójanse los sexos, destacado periodista de investigación, que volvió a presentar las pruebas, con manchurrones de ir de un plató a otro, cocinadas con pringue de photoshop, rechazadas por la Justicia. TVE sí informó de la financiación de Podemos en el Telediario –eso sí, sin música de El exorcista, como hacen en Informe Semanal cuando habla Puigdemont-, pero callaron cuando un jefe de la UDEF dijo que había indicios de la mano larga de Mariano Rajoy y el PP con el dinero. Termino con otra pregunta del millón de millones. ¿Tendrá Anna Gabriel otras camisetas, pantalones que no sean cagados?, por dios bendito, la CUP que la parió.

La guinda
Censura
Con la altanería del censor al que no le cuesta un euro su decisión -para eso estamos usted y yo-, TVE guarda bajo llave producciones que se hicieron durante la época socialista y que, según se ve, no agradan a la nueva dirección. Hay casos tan ridículos como La república, con Félix Gómez, entre otros actores, de la que se emitió la primera temporada y se cortó el rollo. laSexta Noticias habla de 18 millones tirados en un cajón.

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