lunes, 24 de julio de 2017

Maldeojos. Friquilandia



Friquilandia
(Artículo publicado el domingo, 16 de julio, en diarios de EPI PRESS)

     Los de First dates, en Cuatro, tienen que estar hasta la hipotenusa de la glotis –no se me pongan tiquismiquis por si la glotis, incluso la epiglotis, no tiene hipotenusa, que tengo que llegar al final de la columna como sea-, pues eso, que igual que yo tengo que llegar al final de la columna como sea, los de First dates tienen que rellenar cada día la hora larga del programa de citas y estarán hartitos, y tendrán que echar mano de lo que haya en el mercado. Y el mercado, como sabemos, está muy mal. Por eso cada día no sólo cuelan entre las posibles parejas a unos pájaros que sólo verlos sabemos que buscan el amor en la tele como yo la absolución de mis pecados viendo al monseñor de turno en la misa del domingo de La 2. A Carlos Sobera le da igual, esa es la verdad. Lo mismo se pone intenso, es decir, con ceja y ojos de pillo, presentando este juego de enamoraditos de chirigota en Cuatro que intenso presentando The wall, no La pared, no, qué va, sino The wall, donde dos equipos luchan por conseguir una pasta.

     Los de First dates son unos cachondos y tiran de lo que tienen a mano. Y por tanto, en muchas ocasiones, es decir, a diario, como formando parte del paisaje, se les va la mano porque lo que llevan al “restaurante más romántico de la televisión” como algún cursi alucinado llama al plató donde se graba el programa de entretenimiento, es casquería, son parejas de flipados, gente con gana de echar un rato ante las cámaras, divinos que se toman en serio y piensan que salir en First dates es comenzar como un cohete su carrera como celebridades, de quinta, todo hay que decirlo. O sea que según colijo en cuanto veo al personal que sacan lo tengo claro. First dates es más cada día friquilandia.

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