Buenos días
(Artículo publicado el sábado, 3 de diciembre, en diarios de EPI PRESS)
Cuando la cosa
es de locos, es de locos. Y si va más allá, es de locos gilipollas. Verán. Me
entero de que en la televisión cubana, a la que no le atribuye uno una gran
capacidad de movimiento y libertad, se vive estos días un luto rigorista,
asfixiante, y ajeno a la información, debido a la muerte del dictador Fidel Castro, el tío del puro que
sometió al país, en el apartado de las sombras, a un régimen de terror y miedo
si decidías vivir y pensar con un pie en algo parecido a la disidencia –por
supuesto que en Cuba hubo y hay luces, y muy gloriosas, ejemplares,
emocionantes, que el mundo “libre” debería de envidiar, pero este fairy no
quita esa grasa-. Resulta que los presentadores del matutino de la televisión
pública, no hay otra, y antes de que comenzara el otro día el informativo de Froilán Arencibia y Mariusca Díaz, debatían sobre cómo
saludar a la audiencia.
Decir buenos
días es lo lógico, venían a decir, pero si en el de tarde no se dice buenas
tardes, no vamos a decir nosotros buenos días. ¿Y eso, se preguntará usted, por
qué no pueden decir buenos días? Coño, que estamos empanaos aquí en España, que
parecemos pollinos, pues porque ha muerto el comandante, el jefe, el guía, el
líder, y no son buenos días por decreto. Tengo entendido que hasta alguien
sensato, y sensible, capaz de parir hermosas canciones como Silvio Rodríguez, y al ser saludado por
una periodista con el buenos días que marca la educación, tratando de saber su
opinión sobre la muerte de Fidel, el artista contestó no, no son buenos días,
cortando a la colega como se corta un trozo de queso. Ese era el debate entre
Froilán y Mariusca, que si empezaban con el “buenos días” o con un “saludos”
neutro. Hermanos, se os va la pinza. De verdad.
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