El plato y el plató
Qué tiempo más
raro nos ha tocado vivir, como supongo habrán dicho los habitantes de este
planeta desde el minuto uno, desde que la energía empezó a salirse de madre y a
cuchichear con la química y la física y empezó el lío de la vida mientras el
universo va que te pillo en busca de una expansión que sólo parece alejarse del
origen. Como Felipe González. Como Fátima Báñez, a la que no hay quien
pille. Como Arias Cañete y sus fríos
remedios para bajar el empalme del exceso. O como Pepe Rodríguez, el cocinero estrella de MasterChef, masterchof, mastercruel, o masterpollas, como se han
desatado las redes y los comentaristas hablando del programa de La 1. El jurado
de MasterChef ha decidido que tiene que abandonar el
programa..., dice con solemne impostura Rodríguez. Me parto. Si al menos
diciendo esta estupidez guiñara un ojo, le tirara de los pelos a la
presentadora, intentara arrancarle la cabeza al concursante, como el ex
diputado del PP Sigfrid Soria se la
arrancará a quien ose molestar a su hija, se comiera el rodaballo crudo, o
hiciera intentos por liarse con la aspirante de más edad rebozando su amor en
harina, la cosa cambiaría, pero al contrario, la cosa es peor de lo que parece
contada aquí. La cosa es hasta cultural. ¿Que no lo sabía? Pues sí. Todo lo que
se patrocina en TVE es cultural. Y MasterChef
tiene a dos patrocinadores gordos. Así que el ministro rijoso José Ignacio Wert puede estar
tranquilo. Quizá hace bien en no acudir a Salvados,
aconsejado por su hijo, porque el programa de Jordi Évole es una trampa en la que caen los incautos, y Wert no lo
es, y además no es un programa de cultura sino una escuela para soliviantar a
ciudadanos con ganas de berrear por los escraches que hace gente como Wert.
Pero MasterChef es otra cosa. No le
falta de nada. Hasta presentadora tiene.
Natural como las tetas de Yola
A la
presentadora la sacan después de conocer a los patrocinadores, que todo tiene
un orden. La tensión está en saber si saldrá con el pelo planchado o con
ligeros rizos que se mueven con el viento extremeño si es que la llevan, como
la llevaron, a los campos de batalla de nuestro ejército. Y allí colocaron a Eva González con un chaleco como para
irse a la guerra. Antibalas. Y con el pelo recogido, otra modalidad. Tan mona.
A ver si me entero. Está bien que los aspirantes, como a Eva le hacen decir
para nombrar a los concursantes, se fogueen –perdón por el término hablando de
nuestros soldados- en fogones de cuartel, o en comidas nupciales para 80
comensales, pero convertir a nuestro ejército en cobayas de aprendiz probando
sus platos en un teatro televisivo demuestra que el ministro del ramo, Pedro Morenés, no tiene un hijo tan
alerta como el de Wert. A lo que vamos. Que Eva González está, pero podría no
estar. Va guionizada –perdón por el palabro- hasta la punta de sus pelos. Y de
ahí no sale. ¿Natural? Como las tetas de Yola
Berrocal. Véase la escena del sofá de la andaluza con los expulsados del
paraíso, a los que, como una Eva catódica, les arrebatan el delantal dejándolos
en cueros, pero la voz de Eva habla y dice, por favor, no abandones tus sueños
porque eres buen cocinero, y vas a seguir investigando en la cocina porque
nuestro patrocinador te regala todos los electrodomésticos que has utilizado
para que sigas investigando. Para flipar. A situación tan culta hay que añadir
el ridículo esfuerzo de la gachí peli recogida, peli rizada, o peli planchada
por evitar su acento andaluz. Patética. Guapísima, pero hueca. ¿Y ya está? No.
Hay dos maestros cocineros más. Una cocinera, Samanta Vallejo-Nájera, estricta como una gobernanta de hotel
barato, y Jordi Cruz, el más joven,
el más creíble, el que parece más fresco en ese teatro tan rígido como un
buñuelo demasiado frito.
Es la presentadora, Eva González, pero podría no serlo, y no pasar nada. Aquí aparece con el pelo planchado. Habrá más sorpresas con su melena. Es la única emoción que despierta la señora. |
El escrache y las lentejas
En este tiempo
rarísimo en que vivimos, vemos cosas tremendas. Vemos a políticos que combaten
la supuesta agresividad ajena con una agresividad desbocada, vemos a gente que
entra en concursos para aprender a cocinar pero resulta que para entrar han de
saber manejarse con recetas de alta cocina, vemos al tal Fernández de MasterChef tratando de imitar a Alberto Chicote el malote, vemos que en
este tiempo de escasez, cuando miles y miles de personas no sólo no llegan a
fin de mes sino que no pueden echar el día, surgen a cascoporro programas de
cocina con productos frescos que son la ensoñación de miles y miles de
ciudadanos, de niños que sólo comen lo que comen en el colegio, de madres que
lloran en el rincón porque no saben qué poner para la cena, un tiempo en que
hemos de escuchar provocaciones como la de De
Cospedal convirtiendo en feroces delincuentes a ciudadanos desesperados,
humillados, expulsados, un tiempo en que va en serio la apuesta de La 1 por la
cultura montando en + Gente mesas de
debate sobre MasterChef, y para que
no quede duda de esa apuesta cuentan en la mesa de expertos con Carmen Lomana, que lo mismo se tira a
la piscina de Antena 3 que diserta sobre la bondad del brócoli escarchado con
espuma de arándanos, y se rifan a los cocineros, aunque algunos, como Juanma Zamorano, el Karlos Arguiñano extremeño, aunque con
más pluma que Alaska y Mario juntos, ha dicho no, y ha
preferido sus platos al plató. En este tiempo difícil y raro estamos subidos a
una ola que confunde eso, el plato con el plató, y el plató de la tele con el
plato de la mesa. Los políticos inventan frases ingeniosas no para ayudarnos
sino para que encajen en el bolillo del titular, o se ponen de frente ante el
atril, sabiendo que una cámara recoge su estelar actuación, y hacen de
histriones sin pudor, como hizo Javier
Arenas interpretando su papel de ofendido como lo haría en Aída el facha Mauricio –escraches,
escraches, escraches, decía el señorito andaluz, a-co-so, ante una audiencia
entregada-. Casi lo están consiguiendo. Se habla más de a-co-so que de desahucios.
Se habla más de cocineros estrella que de lentejas.
El sobre -actuado- Javier Arenas diciendo qué escrache, ni escrache, ni escrache... Hay políticos que sirven pa tó, pero en El club de la comedia serían unos linces. |
El cocinero Jordi Cruz. Acabamos con él para dulcificar la imagen anterior, que hay gente muy sensible. Este hombre resulta de lo más normalito y convicente en MasterChef. |
La guinda
La suerte del culo
Soy Pino
Colmenarejo, y han cabreado –los ricos, los que han generado la crisis- al
churrero equivocado, dijo Paco Tous
en el estreno de la segunda temporada de Con
el culo al aire, que ha vuelto a Antena 3 la noche del jueves. ¿Vulgar?
¿Basta? Para echar un rato. Con buenos actores. Y la audiencia respondió. Se
zampó con varios puntos por encima a la insufrible Hay una cosa que te quiero decir… Y me alegro.
Paco Tous en su personaje de Con el culo al aire. No me digan que la imagen no es potente... Su hábitat natural es el cámping, pero aquí está de invitado a una playa de ricos. |
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