miércoles, 28 de febrero de 2018

Maldeojos. Marca España



Marca España
(Artículo publicado el sábado, 24 de febrero, en diarios de EPI PRESS)

     Recuerdo que en el FesTVal, en su primera edición de primavera en Burgos, Sonia Martínez, directora de Ficción de Atresmedia, habló de los proyectos de la casa en una comida casi a puerta cerrada, desde luego sin cámaras, reunión donde se nos dijo que las series tal como las conocemos para Antena 3 o La Sexta seguirían así, pero que se abría, y cada vez con más fuerza, la división internacional de la compañía, y que el mercado no sólo era pujante sino que la marca Atresmedia ya era un buen sello que se defendía él solito. También recuerdo que aquel día se presentaba una de las ficciones con más tirón de la temporada pasada, La casa de papel. Álvaro Morte, el Profesor, me dijo en un aparte que era un trabajo fantástico, y que les reportaría grandes alegrías. Y así fue. La serie no tuvo la audiencia que merecía, pero la calidad y el interés no admiten discusión.

    La serie, que cuenta el asalto a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, fue vendida a la plataforma internacional Netflix, que la explota en todo el mundo. Y con éxito, con mucho éxito. En EEUU, Francia, Argentina, Brasil o Alemania no tienen prejuicios, y al no ser españoles –y mucho españoles-, no hablan del producto como “bah, es una serie española”. Al contrario. La casa de papel, además de otras series con sello nacional –véanse algunos trabajos de la productora Bambú para Atresmedia-, se ha convertido en marca España de calidad –ay, Marta Sánchez-. Cuando llega a los carnavales y la gente identifica los disfraces sin grandes problemas es que la popularidad de algo es real. En los pasados carnavales de Brasil, y por supuesto en España, mucha gente se enfundó el mono rojo de Tokio, Moscú, o Berlín, sus protagonistas. Que siga la racha.


viernes, 23 de febrero de 2018

Maldeojos. El Bola


El Bola
(Artículo publicado el jueves, 22 de febrero, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Después de su personaje, gran personaje, redondo trabajo, en El Bola, la película de Achero Mañas que protagonizaba un pequeñajo entrañable llamado Juanjo Ballesta, nada de lo que ha hecho este actor me gustó. Siempre, hiciera lo que hiciera, aunque fuese de romano, veía un remedo de El Bola, el chico de barrio humilde que habla con el deje chulapo de algunos barrios madrileños. Juan José Ballesta se quedó en El Bola. Lo último que ha hecho ha sido el personaje de un policía en la serie diaria Servir y proteger de La 1, que no, no he seguido y apenas sé que en ella actúa Luisa Martín o Andrea del Río. Bien. Al parecer, el policía que ha venido interpretando Juanjo salió de la serie por decisión irrevocable de los guionistas, que se lo cargaron en un par de líneas de guión, así es de expeditiva esta gente, fría como el carámbano.

     De inmediato, el actor agarró su móvil como se agarra una pistola y empezó a disparar un mensaje a sus seguidores a través de su cuenta de Instagram. Qué barbaridad. Mejor copio y pego y así me ahorro calificar el impagable texto, que haría las delicias de ese tipo de profesores que publican los disparates ortográficos de unos alumnos casi en estado vegetativo.  j.j.ballestaQue pena dejar a mi equipo, eramos una familia. Pero bueno a sido decision de los guionistas y yo no e podido hacer nada. La verdad es que me hubiese quedado hasta gratis, pero bueno, asi son las cosas, aunque me aya tenido que ir contra mi voluntad me gustaria dar las gracias a Cesar Benited, por que gracias a el e podido conocer a este gran equipo al que e cojido muchisimo cariño y los quiero pero con locura”. Tal cual. Ni quito ni pongo. Hay más, pero me da hasta cosilla seguir.



lunes, 19 de febrero de 2018

Maldeojos. Corrupción triunfo



Corrupción triunfo
(Artículo publicado el domingo, 18 de febrero, en diarios de EPI PRESS)

     Llama mucho la atención la energía con la que sigue manejándose El intermedio, que no decae a pesar de llevar en La Sexta desde el nacimiento de la cadena. Es cierto que mi relación con los programas va y viene, y no siempre tiene la intensidad del primer amor. Algunos se cayeron casi del todo y cuando los visitas ya no te pellizca el interés, pero otros siguen ahí, en la cúspide, y te atraen como la primera vez. Me pasa con el de Wyoming. Tiene un equipo de categoría, capaz de triturar la actualidad, digerirla, y regurgitarla como hacen algunos animales con alas o con cuatro patas, pero pasándola por el tamiz del humor. Toda una proeza. Al final te enteras mejor de lo que te rodea con estas técnicas del humor que cuando te las dice la esfinge Ana Blanco, el dramático Pedro Piqueras, o la gallina Pedro Carreño, el que no deja el cuello quieto y aprieta los labios, el cachondo que convierte en noticia en la tele pública al pueblo que lo llama el día antes a dar su pregón de fiestas, tal como hizo este pelanas con la fiesta del azafrán en Consuegra, Toledo. Wyoming y Sandra Sabatés te explican las cosas tan bien que parecen recién creadas. Mira que la trama de intereses del PP al margen de la ley es alargada y llevamos tiempo enganchados a esta novela por entregas. Pues siempre hay otro peldaño que subir, y desde el que nos sorprenden. Lo último, Corrupción Triunfo, academia para políticos de El intermedio. Os advierto, queridos “millennials”, dice Wyoming, que en esta primera gala no estarán los Javis, pero sí los Pacos, Paco Correa y Paco Camp. La presentación del alumnado, donde no falta Luis el Cabrón, es impagable. Y cómo no, las puertas de la academia de Corrupción Triunfo se abren para recibir también al risueño Ricardo Costa, que tiene muchas posibilidades de ganar esta edición. Y así hasta Ignacio González, otra estrella de la corrupción, aunque una que tiene mucho talento pero falta de confianza, se dijo en la primera gala, Esperanza Aguirre, es posible que atraviese la puerta. Pero hay otros triunfos indiscutibles.

Meapilas nacional
     Como el triunfo del meapilismo –no, no existe la palabra, pero se entiende sin necesidad de diccionario-, del meapilismo y de los capillitas de algunas hermandades o cofradías o clubes de fe o como se hagan llamar esos señores que huelen a Varón Dandy así se bañen en agua fresca de la delicada Issey Miyake, señores de alma engominada y silicio en el corazón que están más cerca del talibán con turbante que de vivir su fe sin hacerse los mártires, sufriendo más que el crucificado, que se echaría unas risas con Daniel Serrano, el chico de Jaén de 24 años que insertó su cara, con ojos arrobados, en la que saca de procesión, con derechos de imagen, la Hermandad del Cristo de la Amargura, tan ofendida -¿por no pasar por taquilla y soltar la guita por el uso del icónico rostro?- que se fue al juzgado y lo denunció. Y hay un juez en este país que no sólo admitió el delirio por ir contra los sentimientos religiosos sino que condenó al chaval a pagar 480 euros de multa. Se lo contaba la otra noche a Iñaki López en La Sexta noche –una cuestación popular ha reunido el dinero, más de diez días recogiendo aceitunas hubiera tenido que estar el joven para hacer frente al castigo judicial-. El triunfo del capillismo -¿qué ha pasado con la libertad de expresión, se pregunta Jesús Vázquez, que hace 18 años fue portada de la extinta Zero, revista de temática LGTB, con un tema similar, y nada, nadie corrió al juzgado, y don Jesús ahí sigue, presentando La Voz en Telecinco, y tampoco lo denuncia nadie, todo hay que decirlo-, el triunfo rampante del capillismo en este país es atronador. Casi parecido al triunfo de la degradación laboral, del atraco a mano armada a los principios básicos del periodismo. Lo último, en RTVE, por si no había bastante. La dirección quiere acceder como usted a su casa a los correos de los periodistas con la excusa de defender el sistema informático de ataques cibernéticos. Dora la Exploradora, Peppa Pig, la simplona Raquel Bollo, el choni Rafa Mora, y hasta la ministra Fátima Báñez idearían justificaciones más sofisticadas.

Baile en Murcia
     Y si uno ese triunfo al triunfo, también sin discusión, del cara dura, del atropello, de la sinvergonzonería, del qué está pasando aquí, del por qué pasa esto aquí, del comisario político en puestos de alta responsabilidad para proteger al partido en el poder, pagado con nuestro dinero, del cacique de despacho, del periodismo desde la tele pública como portavoz aquiescente del gobernante, si uno todo eso llego a la jaula dorada desde la que maneja la barca de RTVE el presidente, José Antonio Sánchez, que ganó el pasado año la indecencia de 200.000 euros, el mismo tipo que dijo, y no tenía por qué temblarle la voz, que él vota al PP como muchos españoles, y que seguirá haciéndolo. ¿Está claro? Pues hala, a correr. Julia Otero, también en charla con Iñaki López, se preguntaba por qué en este país, los banqueros, a quienes les confiamos nuestro dinero, o los reyes, a los que ni siquiera podernos elegir, jamás dan explicaciones aunque tienen relevancia pública. ¿Triunfo del canguelo del poderoso frente al populacho? ¿Desprecio? ¿Nada, mera indiferencia? En Cuerpo de élite, la nueva serie de Antena 3 de los martes, y en tono de comedia, la poli que hace Adriana Torrebejano es despedida cuando detiene a un político del “3% catalán”, aunque el jefe le dice que no tiene nada que ver por haber “tocado a los de arriba” mientras abre las puertas de su Jaguar, regalo del de arriba. Y como esta página ha de acabar en alto, nadie mejor que Mariano Rajoy. Nunca falla. Lo suyo es el triunfo sin parangón del trabajador incansable a favor de la banca, que siempre gana. Que dice el menda que vayamos ahorrando para nuestra pensión, nuestra sanidad, y la educación de nuestros hijos. Sincero como nunca se fue a Murcia a echarse unos bailes sabiendo que la banca le hace la ola. Las galas de Corrupción Triunfo en El intermedio tienen larga vida. Viva el vino.

La guinda
Taller de sexo
Este viernes se vivió en Espejo público –con Susanna Griso, Antena 3-, uno de esos momentos de jolgorio patético y retrato radical hablando de sexo gracias al taller que da Apoyo Positivo –Jorge Garrido es su responsable-, que recibe una subvención de la Junta de Andalucía. Sólo hay que escuchar al frailuno Juan Manuel de Prada para justificar estos talleres para adultos –masturbación, prevención de enfermedades, etc-.

Maldeojos. Pastelazo



Pastelazo
(Artículo publicado el sábado, 17 de febrero, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Pues sí, tuve ¿la debilidad? de ver un poquito, sólo un poquito, de Volverte a ver, que Telecinco emite sin mucho éxito los jueves y que presenta Carlos Sobera, y eso que lo hace mejor, mucho mejor, que Jorge Javier Vázquez, que presentaba el mismo bodrio aunque se llamaba Hay una cosa que te quiero decir. Total, que pillo el caso de una chica con Síndrome de Down que adora hasta el delirio a David Bustamante. La carta se la entregó a la chica Sofía Cristo, no me pregunten por qué. Ya que estaba en faena, medio hipnotizado, me quedé a ver qué pasaba, aunque me esperaba lo peor. Y así fue. La voz del narrador derramaba sirope, melaza, almíbar, azúcar derretida, miel saturada. Era una voz engolada, truculenta, despaciosa, dando detalles que parecían formar parte de un capítulo de mucho drama y lágrima. 

     Ese es el efecto. Esa es la pretensión. Hacer un espectáculo lacrimoso de los encuentros, de los desencuentros, de los amores que se perdieron, de los desamores que quieren otra oportunidad. Pero en ese tono de emoción primaria que canta sus costuras sin disimulo. Por si faltaba algo, en mitad, en los anuncios, pusieron una promoción de La voz kids, que amenaza con su vuelta inminente. Y se vieron imágenes de un Antonio Orozco en estado de arrobo, sobrepasado, y de una Rosarillo Flores poniendo caras, con chispitas de lágrimas en sus ojos, con su boca torcida dejando asomar sus dientes encalados como la que entra en un éxtasis monacal al escuchar la voz de algún chiquillo. Demasiado. Es la puta verdad. Viendo estos excesos hablé conmigo mismo y volví a entender por qué nada de lo que ocurre en esas fábricas de crema pastelera me interesa.

Maldeojos. Efecto dedal



Efecto dedal
(Artículo publicado el jueves, 15 de febrero, en diarios de EPI PRESS)

     Uno de los primeros efectos que me causó el breve consumo de Maestros de la costura el lunes pasado en La 1 es que me interesa cero patatero la propuesta como producto de televisión, algo que ya intuía y sólo tuve que confirmar. Conozco a diseñadores, a gente que dibuja, hace patrones, elige telas en mercadillos, que se tira meses sacando a flote una colección antes de presentarla y no arma los numeritos de estrella histérica que vi la noche del estreno en el jurado del programa. Me resultó desagradable el dios de cuyo taller salen trapitos que visten la desnudez de la reina Letizia Ortiz, así que no tengo necesidad desde mi casa de aguantar a Lorenzo Caprile, por nadie pase. Y tampoco he de ver como normal la cara de acelga, enfurruñada con todos, hablando como quien dictamina sobre la vida y la muerte, de María Escoté, que no, mujer, que no.

      Pero el efecto de este MarsterChef de la aguja y el dedal –misma productora, misma dinámica, mismo ambiente cuartelero, idéntico esquema- va más allá de los gustos de quien escribe o del espectador anónimo. La primera batalla en audiencia la ganó este concurso, que ha supuesto un pequeño terremoto –creo que no sé si durará, la verdad- en la competencia. Telecinco actuó con canguelo retirando Mi casa es la tuya del lunes para llevársela a otro día de la semana. Y puso en su lugar Got talent, la gallinita que, tanto y tanto se usa, tal vez deje de poner huevos. No dio resultado. Ganó la aguja y el dedal. Las cucamonas entre bambalinas de Santi Millán, y los agarres forzados entre el jurado del “talent show” ni siquiera alcanzó los dos millones. La parte más divertida es que Telecinco ha empezado a mirar de reojo a TVE, que triunfa con lo inane.programa

domingo, 18 de febrero de 2018

Maldeojos. En casa ajena



En casa ajena
(Artículo publicado el martes, 13 de febrero, en diarios de EPI PRESS)

     Tenía una idea, o mejor, tenía un prejuicio, o todos los prejuicios, sobre los programas de Cuatro, sobre algunos programas de Cuatro, pero es verdad que nunca, nunca jamás, me había detenido más de la cuenta, es decir, nunca había visto arrancar dicho espacio, desde la cabecera hasta el final, con los créditos y todo, con la musiquilla última, con el sabor de la mierda pegado aún a los labios, y lo he hecho. Lo digo así, como un valiente al que no le importa nada. He visto desde el principio hasta el final programas tan tontos como Ven a cenar conmigo, y programas tan tontos como First dates. Lo mejor de Ven a cenar conmigo son los comentarios del narrador, la voz cachonda de Luis Larrodera, que pone pimienta y cayena y orégano, y mucha ironía, vamos, una especie de lavativa que te entra por el oído para que entre por la vista lo demás, un disparate que a mí no me interesa.

     He salpicado estas piezas con la idea de que Cuatro se ha especializado en friquis de diverso pelaje del mismo modo que La Sexta se ha puesto la corona de la credibilidad informativa, y en Ven a cenar conmigo no falla. Incluso aunque los concursantes que hacen las cenas en casa no sean friquis, acaban siéndolo en esta cadena del mismo modo que el escorpión, que con tal de picar es capaz de picarse a sí mismo. Cuatro hace de Ven a cenar conmigo no un canto a la buena mesa, a las recetas de la abuela o de la tía del pueblo sino que mete el dedo en el guión para escarbar en el altivo, la maleducada, el fatuo, la petarda, o el berzas. Todo resulta fingido, dirigido, lejano. El programa allí, y yo, como espectador, contando moscas en casa ajena, sin mando en el mando.