martes, 30 de mayo de 2017

Maldeojos. Sin perdón



Sin perdón
(Artículo publicado el sábado, 27 de mayo, en diarios de EPI PRESS)

     Helicópteros, drones, motos de rugido salvaje, playas maravillosas, barcas fuera borda, cielos de un azul que arrebata, Barbate, bello, elegante, blanco, drogas, ruina, pobreza, chamarilelos de la marihuana, paro, una monja en cuya juventud, o así, se quedó con un preñado importante, y nada menos que con el francés, un guapo que es hoy un capo del narcotráfico rodeado de guardaespaldas, pistolas, y putas que vive frente al mar en una mansión que te cagas. Así es, a lo basto, Perdóname, Señor, los miércoles en Telecinco. La cosa va de tráfico de drogas, droga que llega de Marruecos en pateras de lujo, y que recogen en la playa, mientras la gente honrada toma el sol, cuatro pringados, carne de trullo al servicio de un pez gordo al que la poli ni huele o no sabe o no quiere hincarle el diente. O sea, lo de siempre. Perdóname, Señor se puede ver. O se puede no ver para no perder el tiempo en algo que ya has visto como cien veces.
     ¿Ha visto El niño, la peli de Daniel Monzón? Pues eso. ¿Ha visto El príncipe, la serie de éxito que emitió la misma cadena? Pues eso. Está hasta el niño, o sea, Jesús Castro, que a pesar del tiempo transcurrido y de haber hecho otros trabajos, el puñetero es tan mal actor como el primer día. Sólo permanecen intactos sus faros guía, sus labios de jugo de seda y sus ojos de cristal azul. Y está Stany Coppet, que hizo de traficante en El príncipe y ahora repite personaje, que ignora que es el padre del hijo de la monja. Un culebrón que poco a poco irá tomando intensidad con el trasfondo de la droga, diluyendo conforme avance la trama. Por cierto, la monja es Paz Vega, que, lo digo así, bajito, no hace el papel de su vida. Si yo fuera el Señor ese, no sabría perdonarlos.


viernes, 26 de mayo de 2017

Maldeojos.Qué vida



Qué vida
(Artículo publicado el jueves, 25 de mayo, en diarios de EPI PRESS)

     Telecinco lo llama Viva la vida. Toñi Moreno, la presentadora, dice que es un programa de actualidad, y que tiene entrevistas, debates, música, y periodistas en cartera. La cosa se estrenó el sábado, no sé si con María Teresa Campos, desde el hospital, viendo con el rabillo del ojo cómo la Toñi le burló el puesto. Si un programa se dice de actualidad, y cuando te dan el listado de periodistas, o tienes la desgracia de verlo, y descubres que Antonio Rossi o Carmen Ro tienen asiento asegurado, lo tienes claro. Ahí huele a algo raro, rarísimo. ¿Actualidad? ¿De qué? Coño, de qué va a ser, gilipollas, si estamos en Telecinco. Por si hubiera duda, por si durante la semana no se hubiera hablado bastante de Supervivientes, en Viva la vida también tiene sitio la analista Belén Rodríguez, que da cuenta del último minuto de la inenarrable Gloria Camila y su Kiko, otro Kiko. Vi, que es a lo que voy, el programa. Bueno, un poco, un rato. Vale. No lo he visto. Sólo he visto algunos vídeos. Y juro por las zapatillas voladoras de la Toñi que no deseo a nadie que pase por semejante trago.

    Claro que es un programa de entretenimiento –como si En portada o La noche temática no lo fueran-, pero eso no es un salvoconducto para achantar la cabeza o preparar el gaznate y tragarte todo, todito lo que te echen. Que se case Risto Mejide, como él diría, me la trae al pairo. Que cante un etcétera que hace música -¿música?- salido de un espacio como La voz, que es a la música lo que una hamburguesa a la comida sana, no sólo me la trae al pairo sino que me saca de quicio. Eso sí, si usted vio Viva la vida, si se identificó con ese tipo de diversión, y se sintió feliz, usted es de Telecinco hasta la médula. Y no pasa nada. Bueno, salvo que se le va la tarde del sábado por el sumidero.

Maldeojos. ¡¡¡Pedrooo!!!!



!!!Pedrooo¡¡¡
(Artículo publicado el martes, 23 de mayo, en diarios de EPI PRESS)

     Me sale, me sale del alma. Como diría Matías Prats, Susana se queda con la gana. Es genial. A mí me lo parece. Me lo manda por Whatsapp un sobrino. Qué gran guionista se han perdido Zapeando, El hormiguero, El intermedio, perdone usted este repentino amor de tío. Pero es verdad. Ha clavado lo que pasó la noche del domingo con las primarias del PSOE para elegir al jefe. Vi el espectáculo en La Sexta, tan emocionante como la final de no sé qué partido de primera. De hecho, creo que el Real Madrid ganó en Málaga la Liga casi a la misma hora en que ya se sabía quién ganó la socialista. Lo hizo bien la cadena pequeña de Atresmedia. Le dio la importancia justa, la tensión adecuada, y aunque Antonio García Ferreras ejerció de Ferreras y llamó abriendo las manos como una panoja de pescado a Ana Pastor como “adelante, Pastor, cuenta, Pastor, la última hora, Pastor”, yo, desde casa, lo atribuí a ese sentido del espectáculo que tiene el ego de Ferre, que se cambió, como las tonadilleras, dos veces de camisa.
    
     Sólo podía quedar uno, decía con su dramatismo habitual, con un énfasis engolado y sensacionalista. Pero es verdad. Esperaba con ansia sucia de viejo un poco pervertido la foto final, no la del triunfador, no, sino la de los tres contendientes. De llanto. Pero antes salió ella, la perdedora, y fue patética. La derrotada Susana Se Queda Con Las Ganas sale a escena y dice que va a estar con el PSOE y el secretario general, pero la señora, desencajada, resentida, mala perdedora, rácana, no dice el nombre del ganador, el de su nuevo secretario general. Pero la militancia lo tiene claro… ¡¡¡Pedroooo!!!

miércoles, 24 de mayo de 2017

Maldeojos. Vaya tela



Vaya tela
(Artículo publicado el domingo, 21 de mayo, en diarios de EPI PRESS)

     Los de Canal Sur saben lo que se hacen. Que no decaiga la fiesta. El fin de semana llena su pantalla de aspirantes a recorrer las ferias andaluzas cantando uno de los tormentos que deberían estar penados por las leyes de la sensibilidad y por la letrista de Salvador Sobral, el ganador de Eurovisión. La matraca de las sevillanas es una pesadilla que maneja con un lenguaje engolado, solemne, salpicado de tópicos que me dan urticaria, María del Monte. La cosa que perpetra la cadena se llama Yo soy del sur. Cuando voy a casa de mi madre, que ya sabe la gente que lee esta pieza que está abonada al canal, como tantas personas mayores de por aquí, me pasmo al ver la imagen que la tele pública fomenta de los andaluces, devotos, una tierra de superchería y artistas de pacotilla, señoras con trajes de baile y señores con ternos de ir a comer “pescaíto” todo el rato, preñando con el semen del centro del mundo que se cree Sevilla al resto de capitales, una contaminación forzada, irreal, aburrida, decretada por el centrismo cateto de la tele, que convierte esa pantalla en una ventana a la que jamás elijo asomarme si depende de mí. No, no es mi tele. Antes era la copla, ahora son las sevillanas, mañana serán las sevillanas y la copla, y los toros, que no falten, y todos los días una virgen, una romería, un santo, un tipo hablando con lágrimas en el ojo por su amor por el manto de no sé qué imagen, un sindiós. Sin entrar en más detalles de la programación, pensada para una audiencia muy concreta a la que en verdad parece conocer y le da lo que quiere, descubro que el canal andaluz emite después de Canal Sur Noticias un subproducto llamado Vaya tela. Es televisión basura, impropio de una televisión pública, una guarrería de fondo y de forma. Presenta el mojón del llamado espacio de crónica social Mar Vega, una señora pasada de tuerca. No sé si se la toma antes o en el momento de encenderse el piloto rojo, o la tipa es así, de fábrica, pero su voz de pito, su ordinario desparpajo y su convencimiento de que frescura es sinónimo de chabacanería, da como resultado una presentación insultante al servicio de unos contenidos abyectos.

Cariño, no mientas
     ¿Recuerdan el aire de escasa educación, de matonismo de barrio, de chulería y gracejo de puticlub de Aquí hay tomate, el mítico túmulo a la televisión estiércol que erigió Telecinco de la mano de Jorge Javier Vázquez y Carmen Alcaide? Pues igual. Vaya tela se emite a la misma hora, en el mismo tono, con el mismo material de derribo, y hasta los locutores que narran las crónicas sobre el famoso de turno usan ese deje de exagerada teatralidad, esos requiebros de voz, la misma pretendida ironía y el mismo aire sardesco que marca, desde el principio, tanto la presentadora como los corifeos. Qué daño ha hecho el estilo de la productora La fábrica de la tele –Aquí hay tomate,  Sálvame- a la tele, apostando por un entretenimiento zafio que confunde sarcasmo con mal gusto y diversión con vulgaridad. No sé qué pensará de estos truños Susana Díaz, que aspira a que la voten los socialistas para mandar aquí, allí, en medio y al lado. Creo que estará encantada con Canal Sur. Creo más, creo que dirá lo que dijo en la reunión de barones socialistas para elegir al secretario general del PSOE después de Rubalcaba. Este chico –o sea, Pedro Sánchez-, no vale, pero nos vale. Frase genial e idea perversa. Lo cuenta el periodista Jesús Maraña en El intermedio hablando con Gonzo sobre su libro Al fondo a la izquierda. Vaya tela. Este chico no vale, pero nos vale. Esta tele no vale, pero les vale. Lo malo, lo de verdad irónico, lo que de verdad inquieta y te hace descreer de todo, es que seguro que sigue habiendo barones, marquesas, cabecitas pensantes, barrigas satisfechas, y cerebros socialistas que sientan sus culos sebosos sobre sillones mullidos en consejos de administración de empresas del IBEX que de Susanita piensan igual. No vale, pero les vale. Por cierto, llámenme loco, pero tengo un pinchazo en el corazón que me dice que Canal Sur, no sé por qué, está con Susana Díaz en lo de las primarias de la señora y los otros en contienda socialista. La señora va sobrada, con el culito apretado, pero sobrada. Nadie que no se sienta la reina le dice al contendiente en un debate, de primarias o de BUP, “cariño, no mientas”, como le dijo la presidenta andaluza al señor No es no. Vaya tela.

Un palmo largo
     Es justo lo que dije el otro día viendo un vídeo de la charla entre el Señor Que No Sabe Manejar La Vitrocerámica –a vé, a vé, a vé, ¿esto onde es?, coño, macho, le decía esta semana a Pablo Motos en El hormiguero-  y Rosa López, que pasó por la casa del semental Osborne. ¿Qué tiene que tener un hombre para enamorarte?, preguntó Bertín. Cabeza, pero la de arriba… bueno, y la de abajo también, remata al final la granaína tapándose la boca como la chiquilla que ha dicho una palabrota. Rosa López dijo que llevaba dos años sin catar a varón. Se ve que no encontró a ninguno con la cabeza de arriba y la de abajo bien amuebladas. Enseguida, sin salir del zoo de Telecinco, Alba Carrillo, que seguro que cató las cabezas de Feliciano Ortiz antes de enfangarse en los purines de la televisión basura, destaca que uno de los concursantes de Supervivientes, Juan Miguel, tiene los huevos gigantes. Literal. La cosa se pone tan intensa, y el debate alcanza los niveles de interés de las primarias del PSOE, que un tal Alejandro Caracuel y otra del montón isleño indaga en las intimidades del peluquero que, según las crónicas, también cató Karina. Al barrigón Juan Miguel se le salen los testículos por el apretado bañador, así que es lógico pensar en el tamaño del resto del conjunto. ¿Y qué tal tienes la pilila?, inquiere Alejandro. Grande y gorda también, responde con firme seguridad el dueño del trabuco. Da más datos. “Me mide un palmo y tres dedos”. Ante semejante festival, Leticia Sabater, que se inspira en la realidad, dice que su próximo pepinazo irá dedicado a Juan Miguel. Ninguno de estos vale, pero me valen. Vaya tela. Vaya tele.

La guinda
Pues vale
Soy Toñi Moreno y estoy en Telecinco. Así promociona la periodista andaluza su nuevo programa, Viva la vida -sábado, a la misma hora que lo hacía ¡Qué tiempo tan feliz!, lo de la Campos, malita ahora-. Soy Toñi Moreno y estoy en Telecinco. Pues vale, guapa, tú sabrás por qué. Música, entrevistas, actualidad, vamos, lo de siempre, pero ella asegura que “es el magacín más vivo imaginable”. Pues vale.

Maldeojos. El clásico



El clásico
(Artículo publicado el jueves, 11 de mayo, en diarios de EPI PRESS)

     Se habla de clásico, de “el clásico”, y la mayoría piensa en el fútbol, en el encuentro entre dos grandes, Real Madrid y Barcelona. Lo digo porque cada equis tiempo, no sé con qué frecuencia, pero más de una vez al año, quizá más veces, escucho por la tele que “hoy se celebra el clásico entre…” Pero hoy no me refiero a algo que no veo pase lo que pase y juegue quien juegue. No entiendo de fútbol, no me gusta el fútbol, procuro no hablar de fútbol. Hoy me refiero a otro clásico. Ya ha empezado la campaña. Como cada año, ha vuelto. Es decir, un clásico de la publicidad. Y un clásico, perdónenme el atrevimiento, de esta columna. Hablo de los anuncios que ya han iniciado los obispos a través de la Conferencia Episcopal. No falla. En cuanto en España se empieza a hablar de dinero, en una u otra dirección, de tu bolsillo al de Hacienda, o al revés, la iglesia se moviliza a ver qué pilla, y sí, siempre pilla cacho, mucho.

     Pilla cacho de todos nosotros. De creyentes, de ateos, de otras religiones, de todos. La campaña Por tantos de este año se llama Desmontando mitos. La defiende una señora con pinta de Rottenmeier que se esfuerza, mal, en no parecerlo. Hace esfuerzos para que la sonrisa forzada no se le desdibuje de una cara muy mal maquillada, pero el resultado es raro, falso, no creíble. Eso sí, cachonda es un rato. Casi me descojono al final cuando al terminar su perorata, desmontando falsos mitos –que no recibe 11.000 millones al año, que no paga el IBI, que no tiene ningún régimen especial, que apenas destina un poco de dinero a Cáritas- dice que la iglesia católica no tiene ningún privilegio. Juas, juas. Por cierto, no olvides marcar la casilla del ático de Rouco Varela, pobre de solemnidad.