La hoguera
Los versos –hay
que nombrar de algún modo a las cosas- que vienen a continuación forman parte
de un libro que llamé El pudor de la luna.
Sus poemas fueron escritos entre el pueblo y Granada. Tenía 22 años. No es
vergüenza lo que siento ahora releyendo aquello. Siento una ternura grande por
aquel jovenzuelo que empezaba a escribir, y con la sensibilidad de hoy, y con
la distancia, y con las lecturas, y con los años, quisieras entrar de nuevo en
su cabeza para entender mejor qué le llevó a urdir semejante disparate. Hoy me
resulta artificial, pretencioso, ñoño, impostado. No llega a ser falso, eso lo
tengo claro, porque creo que jamás lo he sido escribiendo, pero sí de una
patética pomposidad. Para que no faltara de nada, el libro iba acompañado de
una serie de dibujos que también me atreví a hacer. Vamos, una obra total. Con
tres poemitas despacho mi primera publicación -de poemas hay dos más- , que tampoco es
cuestión de ensañarme con mi orgullo.
Me palpo
mi
espanto y tu locura.
Y
ya ves.
Aún
estoy sentado
con
la mano en el agua
a
la orilla del río.
Y
es odio lo que sale por mis dientes.
Aún
estoy sentado
con
la mano en el agua
y
espero el próximo
bombazo
a
la orilla del río.
Acaban
de matar
A
no sé quién.
Después
hubo champán,
fotos,
un
viaje glacial
por
cien sexos de costado
y
frases
rabiosamente
sucias.
Alguno
Cayó
brindando por el
Gusto
de la fiesta. Y creo que
murió.
Sí,
sí, murió.
Cundió
el pánico
y los pájaros volaron
con
el champán, las
fotos
y el
sexo
de costado a otro bombazo.
El
gatillo quedó mortalmente herido.
..................................................................
Sé
que para entrar en tus
manos y arrancar una lágrima que
sobra he de haber estado antes en tu
espalda. Sé que ahora te extrañas y me
duele.
¿Hasta cuándo seguiremos
extrañando la misma noche, el
mismo cielo, el saludo, el mismo amor
y los mismos labios destrozados, ra-
diantes? Sé que es el momento de acor-
darnos de los lirios y tirarlos desde
arriba suavemente, con el gesto de la
mano acanelada, la única mano estreme-
cida que respeta la más bella libertad
de las alondras.
Quería darte un peda-
cillo del aire, una risa… qué sé
yo.
Y resulta que me voy al nuevo
comienzo
de otros aires, de otros dones, con
el
más firme dolor de lo posible.
Entre nosotros está lo posible sin
dolor, sin huecos. Entre
nosotros está la única mano
estremecida
que respeta la más bella libertad
de
las alondras.
.................................................................................
Estuve en las cloacas del mar.
Para ver tus manos
hincadas en tus ojos
hincados en el fango.
Estuve en las cloacas del mar.
Elevando el vino amé
por la ternura de tu espalda.
Yo no quiero ni acordarme
del espanto de mis ojos.
Porque ya mis venas
revientan como olas
cuando visten de aire.
No tuve más remedio
que acercarme
a las cloacas del mar.
Desde hoy tu nombre
será
como ola que se viste de aire.
Portada de mi primer libro |
Federico, presente. |
Me recuerdo haciendo estos dibujos en las clases que me aburrían en la universidad |
Vale, yo tampoco sé cómo se me ocurrió hacer esto. Y publicarlo. |
No tiene que ver con nada, pero cómo dejarla fuera. |
Eres.... un artista desde siempre, que.....
ResponderEliminar