Comparativa
(Artículo publicado el jueves, 21 de setiembre, en diarios de EPI PRESS)
Menos mal que yo
no soy así. Es una de las conclusiones maravillosas a las que llego, del tipo
que te ayuda a dormir a pata suelta, cuando veo ciertos programas de
televisión. Es verdad que la pantalla está llena, repleta, hasta el culo de
monstruos, unos creados por la propia pantalla de los señores oscuros de
carteras luminosas y opulentas, y otros creados por los propios aspirantes a
monstruo, a carne de burdel, a estofado de discoteca entre guarra, palurda y
hortera, y aún otros porque la vida, sin saberlo, les reservaba un dulce
envenenado. Menos mal que yo, ni la mayoría de mi círculo de personas queridas,
somos así. Esta semana de estrenos en tropel, a uno o varios por noche y cadena
–ya me fijaré en Tiempos de guerra,
que anoche pasó Antena 3 con el sello de Bambú-, Cuatro ha tenido a bien
recuperar un formato que en su día emitió la grande de Atresmedia.
Hablo de Ven a cenar conmigo. La puesta de largo
fue el lunes pasado y en hora de lujo. Desde el martes, a las 8’30 de la noche,
dejando el informativo de Miguel Ángel
Oliver en apenas quince minutos, el concurso de ¿humor? se emite a diario
hasta enlazarlo con First dates, otra
cosa que también te hace decir menos mal que yo no soy así. Es verdad que
Cuatro se ha especializado en productos donde el personal de calle se ha
escogido a conciencia –véanse también los extraterrestres de ¿Quién quiere casarse con mu hijo?-. En Ven a cenar conmigo unos anónimos
organizan cenas en casa para que los invitados, que más tarde cocinarán en las
suyas, se sometan a juicio. Sin presentador, la voz cantante es la del
narrador, que no podía ser otro que el chispeante Luis Larrodera, que añade hilaridad e ironía a unas situaciones y
protagonistas que no, no son como yo.
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