Évole
(Artículo publicado el martes, 26 de setiembre, en diarios de EPI PRESS)
El estado de
salud del joven de hermoso desaliño Salvador
Sobral se agrava, y lo hace por minutos porque su corazón parece no
aguantar más. La noticia sobre el estado del portugués ganador del pasado festival
de Eurovisión va ocupando con lento interés el sumario de los contenidos de
magacines, redes sociales, y medios en general. La voz y la canción Amar pelos
dois son de las que te hacen tilín, de las que te avisan fuerte de que el
milagro de la emoción se produce porque algo parecido a una descarga eléctrica
te recorre desde las vísceras a la célula más alejada de tu piel. En
contraposición, en la acera de enfrente del frío industrial, las respuestas que
recibía Jordi Évole la noche del
domingo de Carles Puigdemont, de sangre
gélida y mueca helada, de convicciones pochas, de reptil cínico y acorralado.
Van a faltar un
par de Salvados para descuajaringar
las altas torres de esa pamema de la derecha catalana aupada por una izquierda
atroz, desnortada y estúpida que ampara un vodevil que de paso lo va
destrozando todo. Ni siquiera las bobadas del inepto Mariano Rajoy ayudan en la misma dirección con tanto ahínco. Viendo
Salvados comprobé una vez más que,
perdonen la vulgaridad, me la sopla el “procés” y los chiriplitifláuticos de
una bancada y otra. Así que termino deseando mejoría al portugués y preguntando
lo que pregunta en un tuit José Manuel de la Loma, La Opinión de
Málaga, con oportuno cachondeo no
exento de inquietantes consecuencias, ¿Os habéis fijado que desde que está lo
del referéndum ya no ponen en la tele los anuncios de la Casa Tarradellas? Ahí
lo dejo. Venga, Évole, invita ahora a Oriol
Junqueras y acabas con esto en dos días.
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