Irrupción
(Artículo publicado el martes, 5 de setiembre, en diarios de EPI PRESS)
Tiene el aplomo
de los maestros, de esos periodistas que saben salir del apuro sin que el
flequillo se les mueva –verdad verdadera también es que les suele ayudar la
plasta de laca que les ponen en maquillaje para salir a escena y estar
preparados para lo que venga, que a veces es el demonio en forma de ángel, ya
saben, como si Puigdemont se
presentara en la mesa de Rajoy,
mientras cena, cantándole un pasodoble español español y muy español-. Me
refiero a Alastair Stewart que, por
cierto, le salieron canas en los testículos delante de una cámara dando
noticias, pero tiene flequillo, así que la laca se la pone en las sienes y la
nuca, para que las guedejas no se le amotinen. A lo que voy. Que estaba el
hombre en su televisión, en un canal británico, en ITV, liado con sus noticias
hablando de las alergias, en concreto sobre la leche, cuando de repente…
De repente r
Stewart ve que una nena, de los hijos que llevó una madre para ilustrar con
niños alérgicos la información, trepa como una gatita por la mesa del
informativo y se pone a hacer cucamonas, a mover las manos, y a cruzarse en el
tiro de cámara de Stewart. Claro que no trató de ocultar lo que estaba pasando,
y ni siquiera el realizador pinchó una toma absurda para evitar la escena. El
periodista, con aplomo, y no tiene que ser aplomo británico sino sólo aplomo de
perro viejo, sonríe y con ternura de abuelo e intuición de lagarto prehistórico
sabe que el momento, apenas unos cincuenta segundos, dará saltos por las
pantallas de medio mundo, y que esa niña, esa madre, y ese periodista se
convertirán en un desengrasante natural ante otras noticias que ponen los pelos
de punta por muchos litros de laca que nos echemos.
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