Doctor Romero
(Artículo publicado el sábado, 26 de julio, en diarios de EPI PRESS)
Si tuviera
problemas de sobrepeso, es decir, si estuviera como una foca, si me salieran
las lorzas por las cartucheras, desparramadas como el queso fundido, también
dudaría si me pondría o no en manos del Doctor
Romero. Así se llama el programa de ayuda para solucionar los errores de
alimentación, sedentarismo, y pasotismo corporal que emite La 1 la noche del
miércoles. Lo presenta Nicolás Romero,
médico y periodista, según leo. El doctor no está solo. En esta tarea de
adelgazamiento, siempre de dos en dos, es decir, siempre acude al programa una
pareja, colaboran Paula Butragueño, preparadora física, e Isabel Oroño, sicóloga. Se aplica,
según la enfática advertencia en la web de RTVE, el método HADA –hábitos,
actitudes, decisiones y autocuidado-. Doctor
Romero es un formato nuevo, pero parece visto mil veces. Supongo que no
será fácil innovar en este tipo de productos, y quizá ni siquiera haya que
hacerlo.
Durante el
programa hay una parte fundamental, la intervención de amigos y familiares de
los “gordos”, que les recuerdan lo que ya saben, que así no pueden seguir, que
les va en ello su salud, y que tienen que tomárselo en serio. La preparadora
física y la sicóloga hacen de preparadora física y de sicóloga, con sus ejercicios
personalizados y su charlita personalizada para cambiarles el coco y ver que la
actitud es fundamental. Pero a mí el que me mola es el doctor. Es un sieso. Y
no sé por qué, pero su cara me recuerda a no sé qué personaje de Los Simpson. El detalle, que podría
animarme a acudir al programa si estuviera hecho un hipopótamo, me tira para
atrás. No me gusta cómo da en pantalla. Ni cómo habla, ni cómo explica las
cosas. No me da confianza. Cosas mías, ni caso.
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