Habla con mi representante
A José Gutiérrez, Guti, lo sitúo, en mi
ignorancia futbolera, en el mundo del balón, aunque como lo sacaban muchas
veces en programas de chismes alabando su gusto en el vestir, como un
abanderado de la moda y los complementos, y los tatuajes y las cosas, no sabía
muy bien si también era costurero o maniquí. Al no seguir los pasos de esta
banda, sus miembros crecen a velocidades marcianas. Quiero decir que uno cree
que siguen dando patadas al balón y de golpe, una noche, lo ves de jurado en ¡Splash!, famosos al agua, y ya no sabes
qué pensar. Bueno, lo primero que piensas es que se puede ser buenísimo con la
pelota –no sé si este señor lo era-, pero una nulidad de jurado. Claro que se
pueden dar las dos cosas a la vez, es decir, ser malo en todo. Valga el ejemplo
de Santiago Segura. ¿Qué pinta en un
jurado este señor? Lo que Guti. Nada. Quizá por eso tenga carrera en la tele.
La tendrá. Ha empezado fuerte. Creo que ya tiene representante, y no uno
cualquiera. Quien quiera que Guti haga un bolo en su discoteca, como los que
hace Paquirrín DJ o como sea el
nombre artístico del Pantojo, que llame al representante de Belén Esteban, dedicada ahora a domar
sus adicciones, dicen con amortiguada mala leche por los platós, en alguno de
ellos con expresa prohibición de no mentarla para que se recupere mejor. Así
que lo sabemos, veremos a Guti donde haya menester verlo. Hará carrera. Aunque
sea un zoquete. A mí me lo pareció en el concurso de trampolines. Soso, sin un
discurso serio, queriendo estar a bien con dios y con el diablo, es decir,
alimentando la pantomima de estos jurados donde cada uno ejerce un papel. El
bueno, el duro –tipo Risto Mejide,
con sus matices, papel que recayó en la estricta ex seleccionadora de natación
sincronizada Anna Tarrés-, o el
simpático –papel que sufrimos cada vez que pretendía ser gracioso el mentado
Segura, una de las criaturas televisivas más falsas y detestables que conozco-.
Olvido no es Belén
Siguiendo con el
frescor de las piscinas, esta temporada han dado mucho juego, como hemos visto.
A estas alturas no hay que explicar quién es Olvido Hormigos. Antes sí. Antes había que recordar que era la
concejala de Los Yébenes que se grabó a sí misma dándole al manubrio. Ahora
dices Olvido Hormigos y te vienen a la cabeza un montón de imágenes, casi
ninguna de ellas con la señora vestida. Se tiró de la piscina luciendo un
cuerpo a la altura de Youtube. De ahí siguió saltando y se subió a la portada
de la revista que lo enseña todo menos el potorro, que dicen que eso no es
estético. Y luego, la gloria. Ya se ha hecho un Sálvame de Luxe como mandan las reglas de esta carrera. ¿Qué nos
quedará por ver? ¿Tal vez ver a la mujer vestida? Todo se andará. Creo que
tiene marido, y que es medio feliz en su matrimonio, todo lo feliz que se pueda
cuando tu santo no acaba de ver muy bien la dimensión estratosférica que va
tomando su chica. Pero su chica, según las crónicas, lo tiene claro. No quiero
ser la nueva Belén Esteban, ha dicho. ¿Por qué alguien puede pensar que Olvido
llegue a ser la nueva Esteban? ¿Por aquello de, por la fama, ma-to? Yo creo que
la carrera de Olvido, como la de Guti, ha de ponerse en manos de profesionales.
Quizá nos estemos perdiendo a una consejera del amor en Mujeres y hombres y viceversa que nos hará olvidar a Lucía Lapiedra, que al parecer fue
expulsada de ese paraíso de culos duros y tetas salvajes, condenándola, quién
sabe, a volver a lo suyo, al sexo sin amor, despatarrada por contrato. Ya
veremos. La carrera en televisión es dura, durísima, como bien sabe la estrella
de extremo debate Herman Tertsch,
que no sabía cómo abandonar Intereconomía –hay que pagar la farra, y ahí se ve
que pagan poco- para hacer el viaje hacia el mismo cielo, pero en la tele del
clero, y abandonó el plató como lo haría Raquel
Bollo, con la boca chica por si le salía el tiro por la culata y se
olvidaban de él de una vez.
Viva Toño Sanchís
La maquinaria de
los platós no para, y siempre andan buscando nueva carne. Esta semana El Hormiguero empezó fuerte, y eso que Rosa Díez no apareció en bragas ni
nada. Eso sí, tonteó con Trancas y Barrancas, y parecía estar relajada ante Pablo Motos, que tampoco se subió su
apretadísima camisa para enseñar sus chocolatinas. Ella es así. Con Pablo sí,
con La Sexta no, que a ver qué va a preguntar el aguafiestas Gonzo, un Jordi Évele que aún no ha reventado, pero recuérdenlo, ese
capullito reventará algún día y nos daremos cuenta de “lo que lleva dentro”, un
periodista incisivo, informado, tenaz, educado, pero inflexible. Rosita Díez no
está para muchos meneos ideológicos. Bromas, las justas. Los del PP lo llevan
peor. Ni hormigas ni Jordi González,
ni por supuesto Iñaki López. O sea,
nada de El gran debate y nada de La Sexta noche. Y nada de nada en casi
nada que no sea Intereconomía y 13tv, a donde sí van los populares a echarse
unas risas. Algunos dirigentes del PP, digo de los gordos, no entiende esta
política del silencio, de la prohibición. Dicen más, dicen que es un disparate
de sea el ubicuo Paco Marhuenda, el
director de ese periódico que crea a diario una de las portadas más
imaginativas y delirantes de la prensa nacional, el que defienda en la pantalla
a Mariano Rajoy y los suyos. Este
hombre es un héroe. Como Rosa Díez, que nunca sabes si va o viene, si está o se
le espera, si dice con la derecha lo que esconde con la izquierda. ¿Y si se
pone en manos de profesionales y le encarrilan su carrera en la tele? Estoy
convencido de que también tiene futuro. Yo creo que Toño Sanchís es su hombre. La lista de eminencias de este
representante da vértigo. Están los mejores. Toño es el cerebro de Belén
Esteban, de Olvido Hormigos, de Guti, de Mila
Ximénez, de Boris Izaguirre, de Kiko Matamoros, de Jimmy Jiménez Arnau, de Mar
Saura, de Rafa Mora, dios, nada
menos que un tronista, en fin, de Maricielo
Pajares, ay, esto es la leche. Rosa Díez, anímate, tienes futuro. Hazte con
un buen representante.
La guinda
Los resabiados
Dice Alberto Chicote en las promociones que
ha venido haciendo La Sexta preparando el regreso de la segunda temporada de Pesadilla en la cocina –jueves por la
noche- que en estas entregas se le ha complicado la cosa. El esquema es el
mismo, restaurante a la deriva, mala gestión, y platos que no quieren ni los
gatos. Pero sobre todo, que la gente se
sabe el truco porque conocen el programa. Son espectadores resabiados.
Alberto Chicote. Y sus camisas. Punto. |
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