sábado, 4 de mayo de 2013

Fotos sin salir de casa. Historia de amor



Historia de amor

        Aún estamos esperando a que la compañía eléctrica acabe lo que tendría que acabar. Los cables de la luz volados son un engorro. No sólo estético. A unos metros de altura sobre el suelo, el día que un camión o un tractor pase con una carga alta, se lía. Pero veamos la parte buena. En los alrededores, y más ahora que parece que el tiempo se hace primavera, las palomas están locas. Y las golondrinas, y los gorriones, y los colorines. Por cierto, en la mimosa anida desde hace años una familia de colorines, unos pajarillos muy apreciados para los vendedores de aves. Por supuesto que no, le dije a un tipo que vio el nido, tocó al timbre de la casa, y me preguntó si se lo podía llevar.

      Vuelvo a las palomas. Enfrente, en un cable gordo que va del transformador al pueblo, se paró una. A los cuatro segundos, otra. Al principio se ignoraban. Cada bicho mirando a un lado. Pero una de las palomas levantó el vuelo y se perdió en la densidad del ciprés que tengo enfrente. La otra hizo lo mismo con un revuelo de alas previo al apoteosis. ¿Apoteosis? Es lo que quiero imaginar que pasó dentro. A los pocos minutos salieron del escondite, revolotearon por los alrededores, y volvieron a posarse en el lugar en que se conocieron. ¿Hubo amor, o sólo fue un restregón para medirse los deseos? Ve tú a saber. 

1. Como si tal cosa. Cada una a lo suyo.

2. De repente, una alza el vuelo, trastea en el ramaje, y se pierde dentro.

3. Al momento, la otra la sigue y se dirige al interior de esa cueva, ajena a las miradas curiosas.

4. Al cabo de un rato salen las dos. Y vuelven a posarse en el cable. La pregunta sigue en el aire. ¿Qué ha pasado dentro del ciprés?

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