La
llamada
Emitido el 10 de
diciembre de 1991 en Onda Regional de Murcia
Esta
tarde me ha llamado mi mamá a casa –aún sigo diciendo mamá, y creo que lo voy a
seguir diciendo durante mucho tiempo, incluso en público-.
Pues eso, que me
llamó mi mamá a casa dejando un mensaje en ese esclavo maravilloso y útil que
es el contestador automático. El mensaje era breve, como suelen serlo siempre
que se deja en estos cacharros:
-Cipriano, que
dice papá que lo llames mañana antes de la comida, que tiene que decirte algo.
Ahora no está aquí. Un beso.
Y luego, pi, pi,
pi…
Enseguida llamé
a casa. No había nadie. Volví a llamar una hora más tarde. Ahora sí. Se puso
uno de mis hermanos.
-¿Sabes qué
quiere papá?, le pregunté.
-Ye ne sais pa,
me contestó.
-Oye, nene, ¿de
qué vas?, le dije entre divertido y mosqueado.
Y el nene me
contestó, según quiso parecer, en chino.
Le reí la broma
y le dije que avisara a papá si estaba por allí.
Y me contestó no
sé qué en alemán.
Empecé a
cabrearme.
-Mira,
toncolculo, que tengo prisa, déjate de historias, que me está costando un pico
la llamada, ¿o es que no sabes que no estoy en Granada, capullo?
Para qué
contaros. Creo que me dijo algo en árabe, o en arameo, o ve tú a saber.
Aquello ya me
resultó extraño, sobre todo porque mi hermano tiene una imaginación bastante
limitada. Se puede chapurrear el francés, el inglés, hacer como que hablas
alemán o italiano, incluso simular que hablas esos idiomas dándole a las
palabras el deje adecuado. Pero lo del árabe y el chino y el arameo ese, eso es
otra cosa.
Le dijo al
teléfono que si me había equivocado, que si era mi hermano del alma, que si
sabía quién era yo.
Y va el nene
gilipollas y me dice:
-Pues claro que
lo sé, imbécil. ¿Te habías tragado la bola? Mucha radio, mucha radio, pero
sigues tan tonto como siempre.
La llamada, relatillo escrito a mano -como en los 90 se hacía- para ser emitido por la noche en su sección de La última nave. |
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