Timoneles
(Artículo publicado el sábado, 13 de agosto, en diarios de EPI PRESS)
Igual que
Telecinco flaquea en audiencia sin el “reality” de turno, a pesar de que las
cacas que quedan se lo toman muy en serio y abanderan la maquinaria de la
empresa esforzándose en rellenar sus contenidos suplentes con el mejor detrito,
La Sexta está notando el bajón de audiencia sin sus mascarones de proa. A La
Sexta le quitan la buena televisión que cada domingo hace Jordi Évole, con sus crónicas imprescindibles de este tiempo, y de
repente se tambalea. A La Sexta le quitas la gotita que añade Ana Pastor con El Objetivo, que sin ser imprescindible aporta calorías al menú, y
notas cómo parte del edificio se resquebraja. Pero, sobre todo, a La Sexta le
quitas El intermedio, julio y agosto
se llevan por delante a El Gran Wyoming
y a su equipo, y el chiringuito entra en coma. Estos meses son terribles para
la cadena, para la audiencia.
Si te
acostumbras a que te analicen el día a día desde ese prisma corrosivo y lúdico,
si te acercas a El intermedio
buscando el lado más canalla y, al final, más real de la política, y no lo
tienes en la oferta, La Sexta no te vale a esa hora. Y te vas a otra pantalla o
te vas de la tele. Así de radical es la relación con ese programa. La
competencia, Cuatro, que no sabía qué hacer con esa hora, que lo ha probado
todo, que ha estrenado espacios que ha clausurado a las pocas semanas, ha visto
el cielo abierto, ha vuelto a creer en dios siendo Carlos Sobera su profeta con una biblia visual que se puede ver sin
esputar demasiado. Hablo de First dates.
Estas primeras citas le están dando muchas alegrías a la cadena pequeña de
Mediaset. Hay días que hace un 12% de audiencia, es decir, lo que hacía El intermedio un día normal. Que vuelvan
los timoneles, que La Sexta zozobra.
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