Ana Rosa
(Artículo publicado el jueves, 21 de julio, en diarios de EPI PRESS)
Que nadie se
alarme. Es verdad que se fue un poquito. Es verdad verdadera que Ana Rosa Quintana se esquinó y, cuando
encendías la tele por la mañana y, por un despiste, topabas con Telecinco, veías
que ella no estaba, y que en su lugar andaba Joaquín Prat. Válgame. Un año más comprobaste que las diosas
también son humanas y necesitan descansar. Necesitan tirarse de la cama,
rascarse el culo, mirarse al espejo y ver que su piel no tiene la tersura que
da el maquillaje ni su pelo aparece como esculpido. Ana Rosa no estaba hace
unas horas, pero su ego le pedía cuentas en la intimidad. Pero insisto, que
nadie se alarme. No estaba, pero nos vigilaba, nos protegía desde la distancia
por si España la necesitaba. ¿Qué sería del periodismo de este país si no
tuviéramos a Ana Rosa?
Se fue de
vacaciones con todo el dolor de su corazón, pero se fue sin irse, vamos, que no
se fue sin mirar atrás sino ahí mismo, que los políticos son capaces de todo y
en un descuido te forman un gobierno que te levanta a pulso. Claro que vuelvo si
hay cambios importantes, dijo la reina del periodismo de mesa camilla, estoy de
guardia. Ahora sí que me puedo ir de vacaciones, digo yo. Si Ana Rosa vigila
por si este país la necesita, y ni siquiera ha bajado al sur sino que “me quedo
por aquí”, podemos estar tranquilos. Dice la mujer, sobrada, ufana, que no cree
que llame a Rosa Benito para la
próxima temporada porque El programa de
Ana Rosa ha ido dando de lado al entretenimiento para centrarse en el
periodismo puro y duro. Ana Rosa ha interrumpido sus vacaciones por el inicio
de la legislatura. El país la necesita. Pero a mí me da la risa.
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