Lo sabía
(Artículo publicado el martes, 19 de julio, en diarios de EPI PRESS)
Lo dije, lo
tengo escrito. No soy un lince, pero creo tener sensibilidad, y no sólo en el
chocho, como decía el personaje de Kiti
Mánver al de Verónica Forqué en
¿Qué he hecho yo para merecer esto? Sabía que Trabajo temporal, que estrenó la tele pública hace dos semanas, iba
a provocar desagrado y malestar. Trabajo temporal es un insulto, escribía, una
ofensa al trabajo, a los trabajadores. Recordemos que la idea del programa es
contar con un famoso, disfrazarlo de algo –albañil, granjero, panadero- y echar
unas risas con los apuros del tal tratando de poner ladrillos, ordeñar vacas, u
hornear panes. Lo que ocurre es que esos trabajos los hace gente que se gana la
vida con ellos, gente a la que le cuesta mucho llegar a fin de mes, o quizá
gente que eso de “trabajo temporal” le suena a drama, angustia y miedo porque
acabado el contrato de mierda, a la puta
calle.
Así es que
cuando una limpiadora ve a Anita Obregón
disfrazada de camarera de hotel, la escucha, y ve cómo la actriz, presentadora,
modelo, empresaria, bióloga, inventora, guionista, y mentirosa compulsiva se
pone sus tacones, se le pega al cuerpo su faldita, y se arrodilla para fregar
suelos sin dejar de reír –porque le importa un bledo ese trabajo, porque sabe que
ella está ahí actuando-, a la asociación de limpiadoras Las Kellys, que con la
ironía de ese nombre luchan por sus derechos, se les torció el morro y tiraron
de realidad para reivindicar que el suyo es un trabajo muy serio, de mucha
ansiedad, y que nada tiene que ver con la imagen de camareras en tacones y
sonrisitas picaronas. O sea, un insulto. TVE debería de no provocar. El trabajo
de Trabajo temporal es un festival.
La realidad de los contratos y condiciones laborales es una pesadez. Viva la
fiesta.
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