Letizia
y el no brindis
(Artículo publicado el martes, 15 de octubre, en diarios de EPI)
Ayer iba a presentar su libro La vida es un regalo, pero seguro
que en la sala, como se pone en los comercios cuando ocurre esto, se colgaría
un cartel que dijera cerrado por defunción. Recordamos a María de Villota con su parche en el ojo, con su sonrisa, y con su
disposición a la vida, que a pesar de haber jugado con ella y llevarla casi a
las puertas de la muerte en aquel accidente como pilota de bólidos, le dio un
empujón en el último momento y la devolvió de nuevo a casa. El viernes nos
enteramos de su muerte en Sevilla, y a los programas que aman la carne en
descomposición por encima de cualquier otro manjar les pilló tan desprevenidos
que apenas trataron el asunto en pinceladas que competían con la muerte de la
niña Asunta Basterra, recalentada
una y otra vez y servida como gusta a sus clientes, con un ligero olor a
gusanera.
El sábado, en el Palacio Real, Felipe de Borbón hizo como de Rey el día de la Fiesta Nacional en
que el Rey hace de Jefe de Estado y esas cosas que hacen los reyes que son
jefes de Estado. El hombre tenía que haberle dejado el micrófono a Aznar, que acudió al post desfile
militar callejero para salvar a España, coño, que está que se hunde otra vez.
Pero no lo hizo, mecachis. En esas recepciones todos se la cogen con papel de
liar. Don Felipe alzó su copa por su padre, y todos le siguieron. Menos ella. Letizia Ortiz miró la copa, la detuvo
frente a los labios, y la soltó en la mesa. La que ha liado. Lo de María de
Villota se irá apagando. El no brindis de Letizia no ha hecho más que empezar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario