El
arte o la vida
(Artículo publicado el martes, 22 de octubre, en diarios de EPI)
No tendría que ser tan expeditivo el titular, o sea, podría haber
escrito el arte y la vida, sumar en vez de excluir, pero para el caso sí hay
que separar una cosa de la otra, el arte, de la vida. Verán. Supongo que, si
están al tanto de los pequeños sucesos de la Red, o si en el periódico leen las
noticias más esquinadas, habrán escuchado, incluso visto, que circula el vídeo
de un anuncio de una compañía tailandesa de telecomunicación que te pone al
borde de la lágrima por la historia que cuenta para promocionarse echando mano de
un sentimiento universal, el de ayudar a quien no tiene sin pensar en la
recompensa. En el anuncio se cuenta la historia de un niño que roba comida en
el mercado para llevársela a su mamá, enferma. Lo pillan. Pero un hombre paga
por él.
A los 30 años aquel hombre cae enfermo, y aunque es dueño de un
negocio de comida popular se ve que no da para pagar la operación que le han
hecho. Cuando le pasan la factura del hospital, la esposa no puede pagar los
792.000 baht, unos 19 euros, y decide poner en venta el local. Está derrumbada.
Hasta que descubre, leyendo de nuevo la factura, que el débito total es cero
baht. Alguien ha abonado esa fortuna. En efecto, ha sido el crío ladronzuelo,
que hoy es un reputado cirujano. Con aires de gran producción, la película de 3
minutos juega con las emociones más primarias. Aunque previsible, hay arte en
este anuncio para la televisión. Pero recordemos, al servicio de una compañía
que, al parecer, no está a la altura del vídeo. Sus precios son abusivos, y ni
que decir hay que si no tienes dinero, no tienes línea. El arte aquí. La vida
allí.
Este es el enlace.
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