Franco, Franco
(Artículo publicado el martes, 28 de agosto, en diarios del grupo EPI PRESS)
Alucino
pepinillos lo que traen con Franco.
No digo lo que el gobierno de Pedro
Sánchez pretende en el Valle de los Caídos llevándose los huesitos del
pequeño sátrapa Francisco Franco,
que esa decisión tendría que haberla ejecutado cualquiera de los gobiernos
democráticos que precedieron a este. Hablo de lo que está formando la tele en
torno al tema, con el tema de fondo, con el tema de lado, y con el tema sobre
la mesa, un tema más caliente que el vacío sideral en el cerebro de los
tronistas de Mujeres y hombres. La
cosa, el tema, podía resolverse con un par de líneas, con un especial, con un
apartado en el magacín de turno, incluso, si me apuran, con unas horas de Al rojo vivo, otro par de disparates en Sálvame, alguna blanda reflexión en Amigas y conocidas antes de que les
cierren el patio, o alguna voz más alta que otra en Espejo público para que el indesmayable Paco Marhuenda diga, jo, vamos, vale, lo que queráis.
Pero no, el tema
Franco se está convirtiendo en televisión en un ¡¡Franco, Franco!! que ya es
cansino. E irritante y doloroso para tanto español agraviado. Los programas
hurgan y rascan. Han hablado con enterradores, embalsamadores, con
historiadores, con religiosos, con familiares, con gente de aquí y gente de
allí, y con esa clac franquista que al principio hizo gracia por los disparates
que expelen negando la evidencia de un tiempo oscuro, sucio, peligroso y fiero
bajo la manita del dictador, pero a estas alturas, con su incesante presencia
en pantalla, atropellan a las víctimas de aquel hijoputa lavando su imagen y
negando una época de infamia. Ya está bien. Estos friquis son ya mismo
estrellas de la tele. Pero las víctimas siguen ahí.