La nostalgia
(Artículo publicado el domingo, 26 de agosto, en diarios del grupo EPI PRESS)
En televisión,
la nostalgia es un valor. Un añadido fundamental para que un formato lo pete, o
al menos se mantenga y sea seguido con cierto interés. La nostalgia es el motor
que mueve a la audiencia de Cachitos de hierro
y plomo, ese rincón de buena música, de excelentes solistas o grupos, o de
pésimos artistas que supieron hacer de sus porquerías grandes éxitos, y que
anida en La 2, y sobre todo que triunfa en las noches de fin de año de los
últimos años, co espectadores atentos no sólo al apartado musical sino a unas
épocas que tenían sus modas en el vestir, en el peinar, en el hablar, y por
supuesto una audiencia atenta a las memorables frases que presentan con
vehemente ironía el tiempo pasado y recordado en Cachitos. Ya digo, la nostalgia vende en televisión, incluso en la
ficción, ahí está Cuéntame, La 1, o Amar es para siempre, Antena 3, que está
grabando ya su sétima temporada, con la incorporación de María Castro o David
Castillo.
Sobre la línea
nostálgica se sustenta y tiene su razón de ser Viaje al centro de la tele, que le está dando a TVE muy buenos
resultados de audiencia, y eso que la voz del narrador es el, para mí,
insufrible Santiago Segura –ya
saben, cuando algo se te mete entre los dientes no siempre hay palillo que
logre expulsarlo-. Pero enseguida aclaro que el programa, con el mismo espíritu
que Cachitos, del que mama y ha
aprendido, se ve con mucho gusto. Y también hay que reconocer que los guiones
están escritos como hay que escribirlos, con chispa, con humor, tirando de
ironía, haciendo comparaciones con la música y los estilos de hoy. Por cierto,
viendo lo que guarda el inabarcable archivo de TVE te sigues sorprendiendo de
las joyas que atesora, cachitos de excelente nostalgia.
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