El culo
(Artículo publicado el sábado, 25 de agosto, en diarios del grupo EPI PRESS)
Algo tiene que
tener. Digo el culo. Y no me refiero a la perentoria necesidad, digamos que
imprescindible, como colector para evacuar inmundicias. Me refiero a su
atractivo, yo diría que irresistible, llevándolo al terreno de la sensualidad,
de la atracción, y por tanto del deseo, por supuesto sensual y sexual. La otra
tarde, en uno de esos locos reportajes que organizan los de Zapeando, en La Sexta, con material de
otras cadenas, se fueron a uno de Telemadrid. El nombre del programa ya tiene
perejiles. Y otros arbustos. Aquí hay
madroño se llama el formato de tarde del canal autonómico, o sea, un España directo, para entendernos,
programa que tienen todas las autonómicas que se precien. En Aquí hay madroño visitaron la casa de
doña Leticia Sabater. Que se pare el
mundo. ¿Cómo habría que definir a ambas? La casa, un dolor. Ella, otro.
Recibió a la
tele como dios manda. O sea, casi en cueros, aunque sin enarbolar ante la
cámara pepinazo alguno ni salchipapa de carretera. La señora lo hizo tapándose
apenas los pezones y con un tanga de hilo culero que te ponía la cabeza loca si
en vez de pensar en el sexo pensabas en la mierda. Huy, por dios, aparta de mí
esa imagen. Lo cierto es que también está circulando un vídeo, unas fotos, una
cosa, en el que se ve al joven y bien tejido Carles Francino en cueros vivos. Al principio se ve ataviado con un
bañador, pero conforme, de espaldas, se acerca a la piscina, el bañador resbala
y deja su culo al aire, heroico, duro y moreno. ¿Razón? Ninguna. O sí, quizá
para aumentar los seguidores en sus redes sociales. Algún tornillo hace tiempo
que nos falta.
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