Asco
(Artículo publicado el sábado, 4 de agosto, en diarios del grupo EPI PRESS)
Seguro que hay
otras palabras, otros nombres y adjetivos, pero asco fue la primera que me vino
cuando vi la escena porque es lo que sentí viendo al Aznarín Pablo Casado en Algeciras saludando a
unos cuantos negros tirados en el suelo, que lo miraban con una mezcla de
flipe, recelo y esperanza aunque no tenían ni puta idea de quién era ese tipo
rodeado de cámaras y periodistas, luego un pez gordo tendría que ser. Este
señor tan mono es el mismo que hace unos días hizo de la llegada de inmigrantes
una llamada sin fisuras al odio y al recelo al distinto. Sólo hay que ver en
las redes sociales el incendio que semejante irresponsabilidad ha generado.
Pablo Casado, con el sudor del africano aún en sus zarpas, se puso muy digno,
estadista y mucho estadista, para decir ante los objetivos y micrófonos que lo
rodeaban, que con la inmigración, el gobierno del PSOE no puede usar el
“buenismo ni el populismo”.
Rebobinemos. El
gran cínico, el nuevo líder de la derecha cerril, acababa de saludar uno a uno,
con carita compungida y preguntas de papá preocupado, a los negratas que habían
llegado la noche antes a España jugándose la vida, sabiendo que la escena era
grabada y luego emitida por decenas de televisiones para aplacar las críticas
que otros partidos políticos le habían hecho, comparándolo con la extrema
derecha de la peor Europa, cuando dijo que España no podría dar cobijo a
“millones de africanos”. El político del PP dio la vuelta en todos los
informativos y su besamanos fue, y es, debate en las tertulias. Era un mensaje
a sus fieles. Al fin, limpiándose los restos de olorcillo africano tras los
saludos, el líder habló de populismo en los otros. Qué asco.
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