Jemaa el Fná
(Artículo publicado el martes, 6 de junio, en diarios de EPI PRESS)
Sí, una vez lo
vi. Sólo una. Ni siquiera me acerqué. Bastante tenía con saber él mismo que de
alguna forma formaba parte de la plaza. Como un aliciente más en el catálogo en
donde se habla de Marraquech. Juan
Goytisolo, como escribía de él el barroco andaluz José Manuel Caballero Bonald, era esquivo, mucho más cuando tenía
que soportar la reata de turistas que se creían en el derecho de acercarse al
escritor al café de France para, por favor o sin él, pedirle que se hiciera una
foto con uno, o con el grupo entero, o sea, un trofeo turístico para luego
enseñar como se enseña en el comedor la cabeza del ciervo abatido. Una vez lo
vi allí, sentado, en una esquina, compartiendo mesa y charla con sus amigos de
la medina, o eso supuse para darle un aire más poético a un hombre del que
conozco más su vida que su obra escrita.
Me emocionó
saber que se fue a Marruecos y vivió con su hombre, Abdelhadi, un amor que incluía a la familia de su pareja, en su
casa de la medina de Marraquech. De allí, como un horno fructífero, salieron
muchos de sus libros fundamentales. Y desde luego Alquibla, una serie cumbre sobre el islam, que escribió y presentó
Goytisolo para TVE, serie de una belleza y una intensidad intelectual que la elevan
a la categoría de clásica. Con música de Luis
Delgado, y dirigida por Rafael Carratalá,
Alquibla fue escrita y presentada por
Goytisolo en 1988. Creo que fue viéndola cuando por primera vez supe de los
derviches giróvagos, fascinándome sus movimientos en trance que inflaman sus vestidos blancos hasta
alcanzar el éxtasis. El Cairo, Estambul, la mujer en el islam, o el rifeño
Abdelkrim forman parte de su legado. A ver si lo vuelvo a ver por Jemaá el Fná.
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